Ignacio de Loyola tuvo lo que él llama una “ilustración” en el río Cardoner de Manresa por la que llegó a “ver claro”, incluso “si la Biblia desapareciera”. Los orientales llaman a esta experiencia ”iluminación” y se ha considerado durante mucho tiempo un patrimonio casi exclusivo de los místicos.
Pero yo creo que comienza una época que esta clarividencia está alcanzando a la gente de la calle, que descubre que en el interior de este mundo hay algo con sabor eterno que no se lleva los cambios del tiempo e incluso la muerte. Como si desde ahora supiéramos distinguir entre la apariencia, que pasa, de la luz a la que pertenecemos. Diríamos que es una mística en “calderilla”.
En el siguiente soneto pido a Dios este despertar interior.
DESPIÉRTAME
Para nacer de nuevo en la mirada
y destapar el alma de la vida
que se oculta debajo de esa herida
del dolor, el absurdo y hasta la nada;
para sentir la sangre emocionada
que en el fondo del Ser ríe y anida
con un sabor a gloria y despedida
de este mundo de tiempo y alborada,
despiértame al secreto de la rosa,
sumérgeme en tu mar por un segundo
desde el cráter feliz de cada cosa,
haz que abrace el amor a lo pequeño
para saber que soy en lo profundo
un rayo de tu sol y de tu sueño.
Pedro Miguel Lamet






