Siempre hace buen tiempo

Category Archives: Iglesia

Al papa Francisco en sus once años de pontificado

      AL PAPA FRANCISCO

Como una estrella de una luz lejana
que ilumina el desierto, de repente
viniste a Roma sencillo y sorprendente
a abrirnos de par en par una ventana;

rompiste el protocolo y la mundana
vanidad de una Iglesia indiferente
para sentarte sin más entre la gente
como un pastor que ríe en la mañana.

Amigo de los pobres y pequeños,
voz de los sin voz, alzas tu cayado
contra un mundo de odio e injusticia;

como Jesús, no temas a los dueños
del mundo del poder y la malicia,
pues en tu cruz ya has resucitado.

Pedro Migue Lamet, sj



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Presentación de «Amén y aleluya»

Lamet: “Pedro Arrupe fue en pleno siglo XX un hombre del siglo XXI”

Lamet: “Pedro Arrupe fue en pleno siglo XX un hombre del siglo XXI”
Lamet: “Pedro Arrupe fue en pleno siglo XX un hombre del siglo XXI”

El escritor y jesuita reivindica en su nuevo libro ‘Amén y aleluya’ la figura del que fuera general de los jesuitas que, “ante el caos actual volvería a defender la justicia que nace de la fe»

«Arrupe es un hombre del siglo XXI, hoy clave debido a la situación caótica que actualmente existe en el mundo, ante la que nos diría que  que es necesario seguir defendiendo la justicia que nace de la fe, ir a lo profundo de las cosas»

Joaquín Barrero: “Un texto para sentir, que da a conocer a Arrupe por dentro. Es una biografía interior»

14.12.2023 | Antonio Saugar

Con un título corto que une y resume pasado y futuro, el jesuita, escritor y periodista, Pedro Miguel Lamet ha presentado ‘Amén y aleluya’ (Ediciones Mensajero, 2023), un libro en el que reivindica la vigencia de la figura del carismático general de los jesuitas Pedro Arrupe en el momento presente, al que calificó de “hombre del siglo XXI”.

El título de la obra evoca la última frase que Pedro Arrupe pronunció antes de morir: “Para el presente, amén; para el futuro, aleluya”. Unas palabras que para Lamet significan que “hay que abrazar el momento, el presente y se optimista con el futuro”.

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Un pastor entre lobos

Benedicto XVI ha sido un hombre de Dios, pero al mismo tiempo frágil, sensible y acosado por lobos, hasta tener la rara honestidad de reconocerlo y saber renunciar.

Este artículo ha sido publicado en El Español


La imagen del helicóptero sobre la cúpula de San Pedro, como un pájaro en huida, quedó imborrable de nuestra memoria aquel 28 de febrero de 2013. Desde el siglo XV, con la dimisión de Gregorio XII, obligado por el Cisma de Occidente, ningún papa había dimitido, aunque sí lo habían hecho con anterioridad Clemente I, el papa Ponciano,Benedicto XI y Celestino V, el famoso ermitaño, que, en 1294, huyendo de las intrigas vaticanas, decidió regresar a su retiro en la montaña, lo que se llamó “el gran rechazo”.

La renuncia al pontificado del papa Ratzinger, pronunciada en perfecto latín, quedaría sin duda como el más trascendental gesto en la historia de su pontificado. ¿Razones argüidas por él? Edad avanzada, falta de fuerzas y un “mundo sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio.”

 La noticia provocó en los medios las lógicas especulaciones: ¿Motivos de salud? ¿Sólo cuestión de vigor físico y espiritual? ¿O había más? En la mente de todos los analistas saltaban las triste y debatidas cuestiones vaticanas de los últimos meses: la plaga de la pederastia que ya le angustiaba en su último tramo de pontificado; las maniobras internas sobre el control del dinero del heredado escándalo del IOR; los llamados Vatileaks, conflictivos documentos filtrados por Paolo Gabriele, el mayordomo infiel, su condena y perdón, que olía a cierre en falso y las cartas publicadas sobre el supuesto lobby gay. No era normal que todo un director deL’Osservatore Romano, órgano de la Santa Sede, hablara de un “papa rodeado de lobos”. A todo esto se añadía el secreto mantenido por el sucesor de Pedro sobre su decisión, hasta el extremo de que ni su portavoz Ricardo Lombardi la conocía.

TÍMIDO, SENSIBLE, INTELECTUAL

Para comprender este paso hay que ahondar en la psicología y el itinerario vital de Joseph Ratzinger. De carácter tímido y extremadamente sensible, era sobre todo un intelectual, un pensador que había pasado la mayor parte de su vida encerrado en su gabinete de estudioso y en la docencia universitaria. Su historia no es lineal. Hijo de un comisario de policía (¿paralelismo con Wojtyla, hijo de militar?), Jo­seph Ratzinger nace en los años veinte en el interior de una familia campesina de la Baja Baviera. Su madre pertenecía a un entorno de artesanos acomo­dados. El rubio muchacho crece en el ambiente festivo de una religión católica impregnada de folclórico nacionalismo. Aún no tenía dieciocho años, cuando es movilizado en los servicios auxiliares de la artillería antiaérea del Tercer Reich, en los tiempos en que éste comenzaba a debilitarse y a echar mano incluso de adolescen­tes y hasta de seminaristas para poder continuar la guerra. El miedo pues será uno de los más terri­bles recuerdos del joven Ratzinger, cuyo uniforme no le protege del te­rror de la guerra, que intentó anegar con continuas plegarias. Aprende a tocar el órgano, le gusta Johann Sebastian Bach y comienza a adentrarse en la filosofía de Hegel, Feuerbach y Schelling.

No olvidará una conversación entre Konrad Adenauer, exiliado en una abadía, y un monje benedictino, que creía que Hitler representaba una nueva ocasión para que el pueblo alemán se reafirmara y una oportunidad para el cris­tianismo. Adenauer tuvo que abrirle los ojos.

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Ya en librerías: «LA NUEVA LIBERTAD, PABLO DE TARSO»

En el verano del 64 d.C gran parte de la ciudad de Roma se ve arrasada por las llamas. El corrupto emperador Nerón acusa entonces a los cristianos de provocar el incendio y desata contra ellos una gran persecución. Es entonces cuando el praefectus vigilum, Marco Julio Severo, escribe a su amigo Pablo de Tarso para informarle de lo ocurrido. Este regresa a Roma, en donde vuelve a ser encarcelado.

En este contexto, Julio, como magistrado encargado, se ve inmerso en el proceso contra Pablo. Sus entrevistas con los cristianos ocultos en Roma y las tensiones matrimoniales con su esposa Livia le llevan a refugiarse en una investigación sobre la azarosa vida de apóstol, su mensaje de liberación y sus enfrentamientos con la naciente Iglesia de Jerusalén.

Con este nuevo título, Pedro Miguel Lamet presenta una actualización de su novela “El resplandor de Damasco”, ofreciendo un desarrollo literario más profundo de personajes, escenarios, relatos y documentación histórica en toda la trama.

Con su característica amenidad y rigor histórico, esta novela hace asequible y atractiva la figura del «segundo fundador del cristianismo».

Detalles del libro

EditorialMensajero, S.A.
Edición1ª ed. (01/10/2022)
Páginas440
Dimensiones22,0 x 15,0 cm
IdiomaEspañol
ISBN9788427146952
ISBN-108427146957
EncuadernaciónTapa dura

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Teresa de Jesús: mujer libre e iluminada

Me preguntan en la redacción de El Cultural qué puede fascinar de Teresa de Jesús a un joven de hoy desde la perspectiva de la fe.

En las escasas líneas que me conceden, diré en primer lugar que “la mujer”. En una época de marginación absoluta de las féminas, Teresa, enorme lectora y mejor autora, funda las descalzas, se enfrenta a los calzados, se cartea con Felipe II, sortea a la Inquisición y escribe con valentía que las mujeres tienen más fe que los hombres hasta afirmar:” ¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Si Hernando de Talavera le escribe a Isabel la Católica que “comúnmente las mujeres están y fueron hechas para estar encerradas e ocupadas en su casa, y los varones para andar en procurar las cosas de fuera”, la andariega atraviesa España fundando en una carreta. Cuando escribí mi novela biográfica sobre san Juan de la Cruz, me sorprendió cómo éste estuvo siempre a sus órdenes, como toda la rama masculina del Carmelo.

No menos sorprendente es su libertad en lo espiritual. Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

Pero sobre todo fascina la doctora de la Iglesia (se retrasó esta proclamación hasta Pablo VI porque se pensaba que obstat sexus) como mística. En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida. ”Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa una por una noticia del alma más clara que el sol”. Todo con los pies el suelo, sentido común y una encantadora “humildad, que es la verdad”.

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Si San Ignacio volviera

Ignacio de Loyola

El 31 de julio, día de su fiesta, se clausura en todo el mundo el año Ignaciano, que ha conmemorado el quinto centenario de  su conversión y el cuarto de su canonización. La Compañía de Jesús, con estas celebraciones ha encontrado una oportunidad propicia para recordar su estilo de vida y la fuerza transformadora de su cosmovisión. Aquí pretendemos evocar la importancia de la figura de Ignacio para nuestro mundo de hoy intentado responder a esta pregunta: ¿Qué haría san Ignacio si volviera ahora entre nosotros?

ESPAÑA Y EL MUNDO EN TIEMPOS DE ÍÑIGO

                 Cuando Íñigo nació en 1491, España y el mundo se encontraban en una auténtica convulsión. La Edad Media llegaba a su término y Europa entraba en el Renacimiento. Así que el recién nacido llegaría a ser un hombre entre dos mundos.Una época con semejanzas a la nuestra. Europa en la última parte del siglo XV asistía a grandes descubrimientos e invenciones. Los exploradores zarpaban hacia el Oeste, a las Américas, y por el sur hacia África, mientras los estudiosos volvían su mirada a las civilizaciones olvidadas de Grecia y Roma. La imprenta alimentaba la sed de conocimientos entre la clase media; la pólvora revolucionaba la estrategia de la guerra, y la brújula la de la navegación. Era el fin de la época de caballería y el comienzo de un nuevo humanismo, un tiempo pues de cambios rápidos, agitación social y guerras.

También estaba transformándose la población. En el siglo XIII la Europa centro-occidental pasaba de unos 30 millones de habitantes a más de 50 millones en el año 1500, a pesar de las mortíferas pestes de los años trescientos. Con el aumento de la población el acontecer histórico se desarrolla en una mayor escala, las guerras son más sangrientas, las sublevaciones sociales ganan en amplitud y violencia, se complica el gobierno y la administración. Asistimos con los viajes intercontinentales a la primera globalización.

En Europa se estaban produciendo cambios económicos y políticos. Los siglos XIV y XV marcan el comienzo de la gran época mercantilista. Oriente se aproximaba a través de Venecia. Inglaterra y Flandes acumulaban beneficios, mientras los países bálticos se enriquecían con centro en Brujas y Amberes. La banca residía sobre todo en manos italianas, a la vez que transformaciones políticas sacudían el continente. Del régimen de señores feudales se pasaba una administración centralizada. A finales del XIV existía ya una burguesía ciudadana, artesana y comercial, que conseguía enriquecerse más que los príncipes.  Por eso Ignacio viajaría a pedir limosna para sus estudios a los mercaderes de Flandes.

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«Una excelente novela histórica»

Las trincheras de Dios

Por MIGUEL DE SANTIAGO

Las trincheras de Dios

Vuelve un escritor de registros varios, el jesuita Pedro Miguel Lamet, ahora con una excelente novela histórica, titulada Las trincheras de Dios (Ediciones Mensajero), que tiene como protagonista de fondo al padre Fernando de Huidobro, que murió en el transcurso de una acción bélica —no martirizado— en los años terribles de la Guerra Civil.

Una mujer enamorada de su marido sufre la división y separación que les provocan sus respectivas ideologías. Ella procede de una familia conservadora y religiosa de Sevilla, marcada por el asesinato de sus familiares durante la guerra, y emprende una investigación en busca de la objetividad sobre el factor religioso en aquella contienda fratricida; él, socialista catalán, nada religioso, político progre, es un activista implicado en la llamada Memoria Histórica. Los recuerdos marcaron la infancia de ambos, tan ideológicamente divididos.

Muy bien trazados la exposición, nudo y desenlace, Las trincheras de Dios tiene como pretexto argumental la elaboración de una tesis doctoral sobre la figura singular del jesuita Huidobro, que se alistó como capellán de la Legión, intentó paliar el odio entre las dos Españas, se mostró contrario a los desmanes que se producían en las dos trincheras y asistió a todos a la hora de la muerte.

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Del “yo” ridículo al “nosotros” universal

Foto: “La sonrisa del emigrante” © PML

Me tropecé contigo en cualquier calle, enfrente de unos grandes almacenes, uno de esos templos heladores del consumo, de los que suele uno salir con las pupilas abotargadas de luces y colores, y me ofreciste un ejemplar de “La farola”. Y por un vil euro me regalaste con una sonrisa, que no se puede pagar con todo el oro del mundo.

En tu mirada se reflejaba una aldea perdida del África subsahariana, el bohío de tu familia con niños de vientre abultado en la puerta, desiertos, montañas, ríos, hambre, miles de kilómetros, la patera que arrojó al mar a algunos compañeros de infortunio y lo de siempre: el rechazo al diferente, la soledad del marginado, la Europa prometida para la que solamente eres un intruso molesto para esta sociedad del bienestar.

Y me vino a la mente otra sonrisa, la del papa Francisco:

“En realidad, todos estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, que no haya más otros, sino solo un nosotros, grande como toda la humanidad. Por eso, aprovecho la ocasión para hacer un doble llamamiento a caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, dirigiéndome ante todo a los fieles católicos y luego a todos los hombres y mujeres del mundo”.

Ni las naciones, ni los políticos, ni la sociedad escuchan tal llamamiento, porque esta es la sociedad del “yo”, del “ande yo caliente” en cuotas de poder, placer, vacunas, pasaportes y seguridad. ¡Y a Francisco se le acusa de “comunista” o de “ciudadano Bergoglio”, como lo llama la ultraderecha “tan católica”! ¿Por ser el buen samaritano de nuestro tiempo, por ser “el papa de los emigrantes”? “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis». (Mt, 25, 31-469).

Del “yo” ridículo al “nosotros” universal.

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Ignacio de Loyola quería a su gente

“Actuaba como un verdadero padre, que sabía conocer ‘la anatomía del alma’”. 
Sabía mirar más allá de la apariencia, y al tratarlos se volcaba especialmente con las conciencias turbadas y afligidas, devolviéndoles muchas veces la serenidad interior
«En las cosas espirituales -decía- no hay más pernicioso error que el pretender gobernar a los otros por sí mismo, y pensar que lo que es bueno para uno lo es para todos.
Quizás conservaba algo del antiguo gentilhombre y cuando quería agasajar a alguien, parecía que lo quisiese meter en su alma 
«En el tiempo que estuvo entre nosotros, con su presencia y conversación, reinaba en casa grande alegría».
Cuenta Gonçalves de Cámara que cuando un compañero regresaba a casa después de llevar a cabo un negocio, se limitaba a preguntarle: «¿Venís contento de vos?»
En eso de poner los medios humanos y luego dejar el asunto a Dios era tozudo
Cuando encomendaba algo a alguien, luego le dejaba libertad para actuar a propia iniciativa.

29.07.2021 | Pedro Miguel Lamet

El 31 de julio celebramos la fiesta de San Ignacio, este año dentro del quinto centenario de la herida que le transformó por dentro,  una buena ocasión para revisar la famosa leyenda negra que presenta a Ignacio de Loyola como un militar adusto y distante, en el que  dominaba la obediencia sobre el corazón, creador de una Compañía donde la autoridad y la eficacia están por encima de la persona. En mi reciente novela histórica Para alcanzar amor,  su amigo Pedro de Ribadeneira al final de su vida, al revisar la biografía del fundador y sus primeros compañeros, se plantea también el tema de su trato con las personas. Ignacio quería a su gente. Eso sí, como buen vasco, era tierno por dentro, sobrio por fuera.

Copio algunoa párrafos:

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En mis 50 años de sacerdocio

Un momento de mi ordenación sacerdotal hace 50 años

Hace 50 años fui ordenado sacerdote por el obispo Ramón Echarren. Una efemérides llena de recuerdos que marcó mi vida y me llena de gratitud a Dios y a todas las personas que me han acompañado en esta maravillosa aventura. Hoy, junto a mi familia y hermanos de comunidad lo he recordado con esta homilía que os ofrezco, queridos amigos, para que os unáis en mi acción de gracias.

Pedrito, de bebé y con su primera sotana

HOMILÍA EN MIS 50 AÑOS DE SACERDOCIO

Celebramos este año el V centenario de la Conversión de San Ignacio, desde aquella herida que le cambió y ha arrojado tanta luz desde entonces en el mundo a través de nuestra Compañía. Salvando las distancias, en estos cincuenta aniversario de mi ordenación sacerdotal, quiero recordar que debo la luz también a una pierna quebrada, una tuberculosis ósea en la cadera que me mantuvo escayolado e inmóvil a mis seis años durante un año entero y luego más años hasta los once de edad, con sucesivos aparatos en la pierna, que impidieron arrancar a la vida como cualquier niño normal. Eso me permitió ver el mundo, los juegos, la familia, los acontecimientos como desde un balcón. Y también, como Ignacio, leer mucho: tebeos, aventuras y vidas de santos. De ahí, de ese distanciamiento, nació mi vocación a la Compañía de Jesús y al sacerdocio.

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