Siempre hace buen tiempo

Meditación ante el mar

SOLEDAD Y COMPAÑÍA. Nunca estoy tan solo como cuando miro al mar y nunca al mismo tiempo tan extrañamente acompañado con una presencia que al mismo tiempo me inquieta y me supera. Puedes estar solo o en una playa abarrotada, o navegar en un bote o un trasatlántico, y percibir ese secreto aislamiento que grita desde el horizonte y esa llamada que ha seducido a millares de marineros y navegantes por el universo mundo hacia algo ignoto, trasunto de la sed de ese más que nos pide con su insaciable hambre la vida. El mar es del tamaño de la conciencia, de la sed radical de ser hombre.

AMOR Y MIEDO. Pequeñas historias de amor, pañuelos de adioses al zarpar, encuentros de puertos lejanos, requiebros de veranos imposibles, nostalgias de vacaciones perfectas, palabras misteriosas de un Dios oculto entre las olas…, el mar parece cantar en la orilla eternas historias de amor. Pero también de miedo a galernas, naufragios y tempestades, quizás porque siempre estuvieron cercanos el amor y la muerte.

DEBILIDAD Y FUERZA. Los lobos de mar la prefieren llamar “la mar”, posiblemente porque atrae, subyuga, embriaga y puede matar como la mujer arquetípica tan cantada por la literatura y el arte. Te colma la mirada, se contonea, va y viene en su flujo y reflujo, promete horizontes, puertos imposibles, pero al mismo tiempo enreda en los volantes de sus olas, puede hundirte para siempre o salvarte, y en eso está su trasunto de fascinación, tragedia y éxtasis.

UN ESPEJO DEL SER. Pero quizás el secreto más hondo del mar es para los iniciados, aquellos que son capaces de, acunados por su continuo canto, cerrar los ojos y sentir dentro que él y el resto del mundo son, somos el mar. Hay instantes en nuestra vida que son ventanas del infinito: paisajes, música, poemas, sensaciones, experiencias límite. De pronto se para el tiempo y te sabes trozo de algo mayor, entidad de lo sin límites, parte del Ser. Entonces la razón parceladora no sirve, ni el ayer o el mañana, ni los pensamientos o follones turbadores de la mente. Eres simplemente. Más allá de tu rol en la vida, tu edad, tu trabajo, tus posesiones, tus éxitos y desgracias.

Pues bien, de todo lo que nos rodea en la naturaleza, nada como el mar evoca el Ser al que pertenecemos. “El mar, la mar, y no pensar nada”

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