Siempre hace buen tiempo

El gorrión

EL GORRIÓN

Tan pequeño, tan frágil y señero,
aquel gorrión se posó en mi mesa
tras una miga, y comió su presa
como si poseyera el mundo entero,

sin sentirse de nadie prisionero
en su vuelo gritaba una promesa
que me decía: “Abraza la sorpresa
de vivir con todo y a la vez ligero”.

Ay, gorrión, descúbreme el camino
que dibujan tus alas en el cielo
de cumplir con el fondo de mi esencia,

que se traduce en el papel divino
de pasar sin pesar con un anhelo:
¡Ser latido del Todo en la Presencia!

Pedro Miguel Lamet



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