Comienza un año que parece problemático y lleno de incertidumbres en lo político, económico, social…
Quizás puede ser un tiempo para situarnos en el centro.
Mi energía es sólo una chispa de la hoguera del universo. Mi conciencia es solo un resplandor de todo el sol.
Mi lucidez está conectada a una luz superior y total. Cuando no me limito a mi mismo por mis propias ‟chorradas”, despierto.
El silencio me hace crecer en todas direcciones, me expande, me libera.
Yo hago silencio cuando me suelto a mi mismo, y me desprendo de ideas, esquemas, formulaciones.
Perderse es encontrarse.
(Algo así decía Jesús de Nazaret. Lo que pasa es que lo han estropeado con cilicios, mortificaciones, normas, prescripciones. Él se refería al ego, al personaje ese en el que hemos centrado todo y que en realidad no somos nosotros). Como si yo fuera mis éxitos, mi tinglado, mis preocupaciones.
De esta forma asisto desde lo que aparece a lo que no aparece,
de lo visible a lo invisible,
de lo particular a lo universal,
de lo terrenal a lo cósmico.
Uno con el mar. Uno con el fuego. Uno con el aire. Uno con la tierra. Cuando más allá esté, más aquí me descubriré.
¿Crisis política y económica? ¿Problemas personales? ¿Angustia por el futuro?
El secreto está en quedarse en lo profundo, donde no hay turbulencia.
Creo ser tiempo y soy eternidad. Creo ser río y soy mar. Creo envejecer. Pero como decía el poeta padre Ángel Martinez,
“estoy alcanzando la edad perfecta, eterno”.
Comenzar al año y cada día con ojos nuevos,
donde yo soy más yo que el yo que creo ser.
¡Feliz 2016!
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