Siempre hace buen tiempo

El mensaje de Javier hoy



Vale recordar  en vísperas de su fiesta, la figura de San Francisco Javier, un adelantado de la fe en la primera globalización del siglo XVI, Escribí sobre él una novela histórica, EL AVENTURERO DE DIOS. ¿Qué mensaje guarda para  esta sociedad de hoy?
Alto y bien formado, tenía más el aire de un galán de Corte que de un clérigo. Parecía un buen jinete, un caballero de armas, más que un maestro en Artes por París. Su nariz perfecta en medio de un rostro con buenos colores, enmarcado en por un cabello y barba como de azabache, terminaba en una frente cuadrada y espaciosa. Era uno de esas personas que, nada más verla, transmiten confianza y alegría. Oírlo confirmaba esta sensación de optimismo. Impresionaban sobre todo sus ojos brillantes y entusiastas que penetraban dentro y parecían decir a los que miraban: vivir vale la pena, vivir es correr aventuras, es querer a los demás, es soñar.


Muy diferente y hasta opuesto en algunos aspectos a Ignacio de Loyola –más hacia dentro, más psicólogo, más conductor de almas-:Javier era un hombre de acción, franco, directo, pero también con rasgos típicos de la persona que ha reflexionado, el poso que dejan los estudios y sobre todo el ejercicio de lo que San Ignacio llama “reflectir sobre sí mismo”, propio de la gran escuela psicológica y espiritual de los Ejercicios Espirituales, que practicó tan a fondo en los tiempos de su conversión en la Universidad de París.


Tenemos una excelente descripción de un contemporáneo, el jesuita portugués de Miranda do Douro, Manuel Texeira, que fue de novicio, aún muy joven a la India, primer biógrafo del santo. Javier lo quería como a un hijo y lo llamaba “o menino Texeira”.Y dice así:

“Era el P. Maestro Francisco de estatura antes grande que pequeña, el rostro bien proporcionado, blanco y colorado, alegre y de muy buena gracia; los ojos negros, la frente larga, el cabello y barba negra; traía el vestimenta pobre y limpio y la ropa suelta, sin manteo, ni otro algún vestido; que éste era el modo de vestir de los sacerdotes pobres de la India; y, cuando andaba, la levantaba un poco con entrambas manos. Iba casi siempre con los ojos puestos en el cielo, con cuya vista dicen que hallaba particular consuelo y alegría, como de patria adonde pensaba ir; y así andaba con el rostro tan alegre y inflamado, que causaba mucha alegría a todos los le veían. Y aconteció algunas veces algunos hermanos hallarse tristes, mas por medio para alegrarse el irle a ver. Era muy afable con los de fuera, alegre y familiar para con los de casa, especialmente para con aquellos que entendía ser humildes y sencillos, y que de sí tenían poca opinión y estima; mas por el contrario se mostraba severo, grave, y algunas veces riguroso para con los altivos y que de si tenían gran concepto y opinión, a que se conociesen y humillasen; y así lo aconsejaba a los superiores lo hiciesen. Era hombre de poco comer; aunque por evitar la singularidad estando con otros, comía de todo lo que le ponían. Tenía muy particular cuidado de los enfermos, para con los cuales tenía mucha caridad”.

Una mezcla pues de simpatía y reciedumbre navarras; magnetismo personal y temperamento fuerte; afectividad y exigencia consigo mismo, radicalismo evangélico y caridad exquisita hacia los débiles.
Pero no puedo detenerme aquí en la descripción del personaje. Si deseáis conocerlo mejor e incluso con sus limitaciones compartir con él su fabulosa gesta apostólica y humana, os brindo la lectura de mi libro.


Lo que no desearía omitir antes de terminar es el significado del personaje para el momento en que vivimos.
En primer lugar su ejemplo tiene una aplicación muy actual, pues vivió en siglo XVI un tiempo muy parecido al nuestro; de descubrimientos y grandes cambios: de corrupción y ambición económica. Por una parte, iba patrocinado, por decirlo así por el rey, don Juan III de Portugal y viajaba y convivía con los colonizadores. Pero esto no le impedía denunciar sus abusos y defender a los pobres pescadores de perlas frente a los capitanes corruptos. Llegó a escribir al monarca: “¿Por qué no vigilaste a los que en la India recibían la autoridad de ti y eran subiditos tuyos y enemigos míos, cuando a esos mismos, si los hubieses hallado negligentes en la vigilancia y cuidado de impuestos y del fisco los hubieses castigado severamente?”.


2 En segundo lugar Javier viene a ser un pionero de la globalización, cuando con las limitaciones de las comunicaciones de aquel tiempo, el mundo comenzó a hacerse pequeño. Uno de cada tres días de su vida se lo pasó navegando. Recorrió 80 mil kilómetros, lo equivalente a dos vueltas al mundo. Sus 137 cartas, escritas en pobres chozas o sobre cubierta, se convirtieron en crónicas vivas de un mundo de quimera, el desconocido Oriente, que se devoraban en la Universidades y Cortes europeas.


 Se ha puesto en cuestión su diálogo intercultural, tan en boga hoy con aquellos mundos recién descubiertos para los europeos. Es cierto que Javier tenía prisa, no sólo por su doble identidad de atleta y apasionado, sino porque le urgían las órdenes del Papa, como ha dicho el profesor Aldea, en su misión de nuncio, sino además por su concepción teológica de la salvación propia de la época y una cierta obsesión con el infierno, más acusada, por ejemplo, que en Ignacio o Pedro Fabro. Pero también es cierto que experimentó interiormente una fuerte evolución al llegar a Japón. Si apenas alcanzó a descubrir la sabiduría mística de la India, sus primeros fracasos en el país del Sol Naciente le hicieron evolucionar. “Padre maestro Francisco –dice un contemporáneo suyo- si en la India pescaba con red, en Japón aprendió a pescar con caña”. Es decir, persona a persona, aprendió a dialogar con los monjes zen sobre el sentido de la vida, el problema del mal y la ley natural, a dejar por escrito sus preguntas y respuestas, y a enamorarse rendidamente del nivel intelectual e incluso de muchas costumbres y hallazgos de los japoneses hasta cambiar su propia vestimenta y austero estilo ascético para poder entrar en diálogo con ellos.Javier 3


 Por tanto resulta curioso que un Locouture en su famosa obra Les jesuites le considere un precursor de Nobile y Ricci en el esfuerzo que caracterizaría en el futuro a la Compañía de Jesús, de releer el cristianismo desde otras culturas, y que el padre Pedro Arrupe redefinió con el elocuente término de Inculturación.


5 Se ha hablado mucho y exagerado también sobre sus milagros. Ahora bien no es raro que hombres provistos de una gran fuerza interior hayan ejercido el poder de sanación. Lo que es incontestable es que Javier alcanzó en su tiempo su fama de santo no sólo por sus grandes virtudes, sino por ciertos poderes que yo creo que no se han analizado suficientemente. Por ejemplo, el de videncia, probado por cientos de testigos: conocer el futuro de personas y cosas, el momento en que iban a fallecer o si una nao iba o no a padecer un naufragio. La fuerza de su oración para calmar tempestades, la capacidad de conocer el pensamiento de sus interlocutores. Su gran biógrafo Schurhamer, poco sospechoso en su germánica minuciosidad de falta de rigor, recoge cientos de pruebas a este respecto.

 Otro aspecto que cobra una enorme actualidad es lo que en lenguaje actual podríamos llamar la filiación política de Javier e Ignacio. Mientras los hermanos de Francisco apoyaba al rey de Navarra Enrique d’Albert en la pretensiones de independencia del reino de Navarra, y era por tanto del partido de los agramonteses, Iñigo Loyola, formado como gentilhombre en la Corte de Castilla cae herido en la defensa de Pamplona por los castellanos en 1521, feliz herida que provocará su conversión. Esto explica la aversión que un principio siente Javier en París por aquel seductor de estudiantes de la Sorbona. Algunos abertzales actuales han llegado a sugerir la aberración histórica de que Javier se fue a Oriente para huir de una situación política que le repugnaba. Muy al contrario el abrazo de Javier e Ignacio, grandes amigos hasta la muerte, muestra hasta qué punto la fe y la comunión de ideales estuvo para ellos por encima de rencillas políticas. Un buen ejemplo de universalidad y anchura de corazón para estos tiempos que nos ha tocado vivir.
7. Pero más importante que el itinerario exterior de este navarro universal es el proceso interior, por el que Dios le va mostrando el camino como maestro y padre. Sobre la base de unas excelentes cualidades humanas la conversión encauza toda esa potencia. Vive la experiencia de los Ejercicios Espirituales en el desafío de una misión increíble al ser nombrado como nuncio apostólico desde el espíritu evangélico, no desde la dignidad de un cargo pontificio. Su confianza debe echar raíces muy profundas al ser puesta a prueba en la soledad más completa frente mil percances y dificultades. Se dría que ese Dios en el que cree se le va revelando en las adversidades y parece tomar la iniciativa. Su fuerza frente a los poderes de este mundo es la irrupción de lo gratuito y la confianza en lo Absoluto, frente a un mundo interesado.
En fin todo un programa en estos tiempos donde la eficacia, el beneficio económico y el éxito humano priman sobre otros valores. No puedo terminar sin aludir al famoso poema escénico de mi paisano y amigo, José María Pemán, El divino impaciente, que, a pesar de haber sido tachado por algunos de éxito fácil durante la Republica y de “teatro de colegio” después, como pieza obligada de representación en los centros educativos durante los años del franquismo, creo es parte de la memoria colectiva de muchos, con momentos brillantes y eficaces, como aquellos versos que Ignacio dirige en París al obstinado Javier:   Castillo de Javier (Navarra)                                                                                            

Yo no te vengo a tañer
junto al oído un laúd
que, por extraña virtud,
te amodorre en dulce calma:
vengo a poner la inquietud
entre tu vida y tu alma.
Vengo a ensancharte, Javier,
en ti mismo tu medida,
y a hacer que se talle y mida
por tu ambición tu valer;
quiero en tu tierra poner
nuevas espigas y flores;
templarte en nuevos ardores
el sentimiento y la idea,
y, bruñéndola a dolores,
hacer que tu vida sea,
sin mancha de error ni mal,
como un perfecto fanal
en el que no se adivina
en dónde el aire termina
y en dónde empieza el cristal.

ENTREVISTA SOBRE SAN FRNACISO JAVIER EN 13TV

https://www.cope.es/trecetv/programas/tu-eres-mision/videos/eres-mision-noviembre-2020101_1291437

SOBRE MI LIBRO «EL AVENTURERO DE DIOS» Y FORMA DE ADQURIRLO

Castillo de Javier (Navarra)
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