Siempre hace buen tiempo

Monthly Archives: enero 2018

El arte de creer

 

 

Cuenta una vieja leyenda hindú que hubo un tiempo en que todos los hombres eran dio­ses, pero abusaron de su divinidad y el dios supremo Brahma decidió despojarlos de su ser y poder divinos y ocultarlos donde ningún hombre pudiera encontrarlos. Fue ardua la ta­rea de encontrar un buen escondite. Algunos dioses menores convocados a consejo para dar con el lugar adecuado para esconder la divini­dad del hombre propusieron ocultarla en lo más hondo de la tierra o arrojarla al fondo de los océanos; otros dijeron que lo más seguro sería elevarla por los aires a la más alta de las atmósferas.

Pero Brahma dijo que él sabía de qué pasta había hecho al hombre

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Respirar la paz

Que respirar en paz la música no oída

sea mi último deseo, pues sabed

que, para quien respira

en paz, ya todo el mundo

está dentro de él y en él respira.

 

Esta estrofa de Antonio Colinas en “Letanías del ciego que ve” sintoniza bien con la imagen de barcas  flotando quietas a la débil luz del crepúsculo. Frente al torbellino de un mundo atolondrado que se mueve al vértigo de noticias, el watsapp, y el consumo frenético parece imposible respirar esa música no oída que se esconde detrás del silencio, corazón de todo.

En primer lugar porque no somos conscientes de nuestra respiración, que es la frontera de contacto con la vida. Y después porque no vivimos, nos viven desde fuera.

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El primer film pintado al óleo

Nos encontramos ante un hito, un nuevo paso en la historia del cine de animación y en el ensamblaje –que por otra parte siempre ha existido aunque de otra manera- entre el séptimo arte y la pintura.  La polaca Dorota Kobiela y el británico Hugh Welchman,  se embarcan en el enorme desafío de realizar un biopic homenaje a Van Gogh a través de la singular creatividad de su pintura, para lo que ha sido necesario recrear unos 65.000 cuadros con la intervención de 125 pintores durante diez años. Un trabajo ímprobo para dar vida cinematográfica y pictórica al espíritu creador, encuadrado en la investigación de los enigmas de sus últimos polémicos momentos del genial neerlandés.

Kobiela, que estudió Bellas Artes y trabajó como pintora antes de dedicarse al cortometraje, fascinada con la lectura de las cartas de Van Gogh a su único confidente y hermano Theo, alienta la idea de plasmar una película sobre su alma, su arte, su misterio interior. El proyecto rebasaba los límites de un corto, por lo que se lanza al largometraje. Junto a Welchman realiza una prolija documentación previa: leen 40 obras sobre el pintor, visitan 19 museos para analizar 400 cuadros, mas la revisión de los documentales y filmes existentes, como El loco del pelo rojo de Vicente Minelli (con Kirk Douglas como Van Gogh) o la más cerebral de Robert Altman, Vincent y Theo.

Descartados los cuadros pintados en el manicomio, que le desvían de su intención argumental, la  historia se centra en París durante el verano de 1891.

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