Que respirar en paz la música no oída
sea mi último deseo, pues sabed
que, para quien respira
en paz, ya todo el mundo
está dentro de él y en él respira.
Esta estrofa de Antonio Colinas en “Letanías del ciego que ve” sintoniza bien con la imagen de barcas flotando quietas a la débil luz del crepúsculo. Frente al torbellino de un mundo atolondrado que se mueve al vértigo de noticias, el watsapp, y el consumo frenético parece imposible respirar esa música no oída que se esconde detrás del silencio, corazón de todo.
En primer lugar porque no somos conscientes de nuestra respiración, que es la frontera de contacto con la vida. Y después porque no vivimos, nos viven desde fuera.






