EL DULCE NOMBREby
Cuando pronuncio tu nombre
y vuelvo al adolescente
que te velaba en la noche
ante tu altar de muchacha,
se paraba el mundo entero
bajo un manto de esperanza
con mi miedo de ser hombre.
No te llamaba mi boca
ni mis labios, solo el alma
se acurrucaba muy pobre
como un niño en tu regazo
a reposar en tu calma.
Ahora cargado de tiempo
te llamo de nuevo a solas
desde la sombra y el miedo.
¡Qué alegre suena, María,
sentir vibrar en mi entraña
como una brisa de vida
la dulzura de tu nombre!
Pedro Miguel Lamet
Flor, agua, brisa
FLOR, AGUA, BRISAby
Para la flor el tiempo se escabulle,
fallece su color en un instante
como el regalo gratis y acuciante
que dispensa la vida cuando fluye.
Para el río el agua se diluye
en su pulir la piedra itinerante
y va a morir al mar como un amante
que en su abrazo la anula y la destruye.
Para mi ser la vida es una brisa
que en el nacer me sopla amablemente
me derrumba, me salva, me enloquece
y convertida en viento de repente
me anega en una lágrima, una risa
hasta besar el Mar eternamente.
Pedro Miguel Lamet
Foto: Río Urola (Guipúzcoa). ©PMLamet