byLA MIRADA
EL día en que no peses
y parezca
que eres silbo de un aire
o nota de una música indecible
o perfil de algún ángel
o el hijo inesperado del cruce misterioso
de la estrella y el trigo,
no lo dudes:
quizás, aun sin saberlo,
es que una tarde,
cualquier tarde sutil y transparente,
¡prodigio de la luz!,
el orbe se detuvo
y ocurrió lo imposible: