
Hoy reina en muchas personas la confusión y el miedo. Hay unos que materialmente buscan un camino para sobrevivir: los inmigrantes, refugiados, hambrientos. Otros, desde la soledad de un mundo hipercomunicado sienten la desorientación de la multiplicidad de mensajes y objetivos: el poder, el placer, el éxito, el dinero. Los medios y las redes sociales muestran caminos tentadores que, las más de las veces, acaban creando mayor frustración y vacío interior, si no son puras mentiras.
En los viajes por las carreteras y calles de nuestras ciudades es actualmente más fácil no perderse gracias al navegador por satélite, el GPS. ¿Por qué Dios no nos ha facilitado un GPS para encontrar el camino que nos realice, nos conduzca a la felicidad y llenumbre interior?
Si leyéramos con atención el Evangelio, lo encontraríamos:






