Siempre hace buen tiempo

El vuelo de la gaviota

“Para volar tan rápido como el pensamiento y a cualquier sitio que exista –le dice el maestro Chiang a Juan Salvador Gaviota-,  debes empezar por saber que ya has llegado…  El secreto, consistía en que Juan dejase de verse a sí mismo como prisionero de un cuerpo limitado… El secreto era saber que su verdadera naturaleza vivía, con la perfección de un número no escrito, simultáneamente en cualquier lugar del espacio y del tiempo”.  El secreto para volar alto en esta vida es descubrir que, por encima de las limitaciones aparentes del cuerpo, la vulgaridad,  el sufrimiento, las pequeñeces de cada día, lo tenemos ya todo, aunque no nos demos cuenta, como hechos a imagen y semejanza de Dios. ¿Que dónde está esa naturaleza perfecta? En un rincón profundo donde todo anda bien, donde no hay dolor ni muerte, sino  espacios infinitos. ¿Cómo alcanzarla?  La tenemos, somos parte de la luz,  lo que pasa es no la sentimos. ¿Cómo sentirla? Permitiendo que, gracias al silencio, la quietud perfecta del dentro aflore y unifique todo el ser.

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