Siempre hace buen tiempo

Masoquismo ambiente


Veo la tele, oigo la radio, leo los periódicos y percibo detrás de las noticias un secreto masoquismo. Es cierto que todos los manuales de periodismo explican que noticia es lo que rompe la normalidad, “el hombre que muerde al perro” y no viceversa.
Pero enciendes la pantalla, y la guerra, el disturbio, el asesinato, el terrorismo, la pandemia, la violencia de género, la pederastia, la locura de algunos políticos, la sangre, la muerte y el dolor sobrenadan encima de todo lo demás. O nos anuncian nuevas crisis, prohibiciones, Brexit, muros, regodeo de los famosos en sus desgracias y desavenencias.

Recuerdo la historia de un maestro espiritual que insistía en que una de las principales causas de la infelicidad en el mundo es el secreto placer que las personas experimentan en sentirse miserables.
Y refería el caso de un amigo suyo que le dijo a su mujer:
-¿Por qué no sales y te diviertes, querida?
Ella le respondió irritada:
-Sabes perfectamente, querido, que nunca disfruto divirtiéndome.

También los creyentes hemos puesto muchas veces el acento en el pecado, la penitencia, el dolor, donde más que el arrepentimiento y el sentirse perdonado, puede la autoflagelación.
Conocí una señora que se confesaba continuamente de una culpa de juventud. Le pregunté:
-Señora, ¿por qué insiste siempre en aquel pecado?
-Porque tengo santo temor de Dios.
-Me parece, señora, que, en vez de Dios, usted se mira a sí misma.
Ese no es el Dios del Evangelio, sino una horrenda caricatura fabricada a imagen y semejanza de su yo pequeño y masoquista.

La felicidad comienza donde termina el pequeño yo y te pierdes en un yo infinito al que perteneces desde siempre.
Porque ese yo sufridor es tan chico que creemos poder controlarlo.
Salir de él y ser libre y feliz, en cambio, nos da miedo.

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