El amor es silencio
Una fina joya oriental, nueva versión de la novela de Stefan Zwig, llevada al cine por la actriz, realizadora y guionista, Xu Jinglei, que demuestra una fina sensibilidad para reivindicar la fuerza del amor contemplativo y sin contrapartida, desde la soledad y el silencio.
«Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora.»
Así comienza la novela del austriaco Stefan Zweig, que Max Opphüls llevó al cine en 1948 en Carta de una desconocida, un clásico del que hay que olvidarse antes de ir a ver esta nueva versión realizada desde la sensibilidad y la óptica oriental. Ahora estamos en Pekín y en 1948 tras la contienda. Un escritor chino se dirige a su casa, donde le espera la correspondencia. Entre sus cartas encuentra una de una mujer que revela su gran amor vivido en secreto nacido en silencio en su adolescencia y vivido con un hijo de ambos de forma intermitente sin que él, sumido en su egoísmo, la volviera recordar.
Se trata de una historia de amor en la distancia y el silencio. Su artífice es la joven y bella cineasta Xu Jinglei, directora, protagonista y guionista del film, convertida hoy en su país un auténtico fenómeno multimedia: ha triunfado como cantante pop, actriz televisiva y realizadora cinematográfica. Para filmar su segundo largometraje -tras realizar Wo he ba ba (My father an I)-, Jinglei ha optado por un modo contemplativo de mirar, por un cine hacia dentro desde una estética altamente refinada.
Con un argumento esencialista, pocos actores y en realidad una historia muy simple, logra introducirnos en el mundo interior de una mujer enamorada, que en una palabra vive sola su gran amor. La tímida adolescente que se queda prendada del escritor y su atmósfera –los libros de su biblioteca, su vieja máquina de escribir, los objetos y olores de su casa—no fuerza nada, deja que los acontecimientos les unan fugazmente y acepta no sin dolor la distancia de aquel hombre al que adora en secreto,
La eficacia del film está en los pequeños detalles: una rosa, un beso fugaz, un reencuentro casual. Y, sobre todo en la presencia, cargada de contemplativo silencio, de la propia Jinglei que borda llenando la pantalla su fascinante personaje. Hay momentos de gran carga emotiva soterrada, como el que el anciano criado, a diferencia del amo, la recuerda o cuando el escritor la rescata de pronto del tumulto de una manifestación estudiantil.
Se trata de un film sin pretensiones que se convierte, gracias a la delicadeza y el cuidado de las atmósferas, en una joya oriental, no exenta del comercialidad para Occidente, que sin duda procede del origen novelístico del film. Una vez más se demuestre en el cine como en todo arte, que lo importante no es tanto el “qué” como el “como”.
Para un mundo de posesión y dominio como el que vivimos esta historia contracorriente no deja de ser un homenaje a la mujer. Primero, en cuanto denuncia de su historia de objeto, más acusada aún en el mundo oriental. Segundo, como canto a esa capacidad de sentir y vivir lo sentido desde dentro, incluso en soledad. El amor grande y único tiene algo de fe en la propia vivencia, por encima incluso de su realización real, tiene algo de autónomo y autosuficiente. El amor no depende de que haya contrapartida. Por eso el encuentro con el criado en el patio del amado, después de una de esas citas fugaces que también olvidará, es la clave para entender el film. A ambos une la fidelidad silenciosa a través de los años. Y al final queda una sola razón de ser de tanto amor: el sueño adolescente, que llena de alma y poesía la vivencia interior. Se diría que el amor se resuelve en “mirar”.
T.O.: Yi ge mo sheng nu ren de lai xin, China Asian Union Film & Media, 2004. P Xu Jinglei, Dong Ping..:. G: Xu Jinglei; basado en la novela de Stefan Zweig. D: Xu Jinglei F: Zhang Yifan M: Zhang Yifan, Osamu, Lin Hai. Mon: Zhang Yifan. I: Xu Jinglei, Jiang Wen, Lin Yuan, Sun Feihu, Su Xiaoming Dis: Baronfilms. Estreno:. Madrid 11-02-2005. 90 min. Concha de de San Sebastián 2004 a su directora, la china Xu Jinglei.






