Una denuncia frustrada
Las altas cotas de calidad y clasicismo alcanzadas por Pedro Almodóvar en Hable con ella, que consiguió un merecido Oscar de Hollywood, hacían pensar que el realizador manchego se lo ponía muy difícil a sí mismo al abordar un tema tan delicado como las consecuencias de la mala educación o el mundo sutil de la preadolescencia contemplada desde la edad adulta.
Almodóvar ya sentó un precedente de esta película en La ley del deseo (1986), cuando el personaje del transexual que encarnaba Carmen Maura entra en la iglesia del colegio donde estudió de niño. Encuentra a un cura tocando el órgano, en el coro. El cura le pregunta quién es; Carmen le confiesa que fue alumno del colegio y que él (el sacerdote) estuvo enamorado de él. Aunque el propio autor del film reconoce que tenía la idea desde entonces, se puede decir que en este vidrioso tema de la pedofilia ha llovido mucho, sobre todo después de los escándalos del clero católico en Estados Unidos, lo que ha supuesto en cierta medida que se levante “la veda” del sacerdote, considerado hasta hace relativamente poco como un personaje tabú.
No obstante se ve, por la evolución que la idea ha tenido en la cabeza de Almodóvar, que el guión de La mala educación ha sufrido fuertes vicisitudes que lo han hecho evolucionar, como reconoce el propio Pedro:»Antes era un relato de revancha, pero ahora ya no hay ese tono y uso a los curas, para hablar del amor, la pasión, las obsesiones sexuales y los distintos errores que uno adopta en la pasión, porque los personajes son en un momento víctimas y en otro verdugos», explicó Almodóvar, quien sí ha conservado el relato original de un cuento que escribió hace treinta años.
Y con un cuento titulado “La visita” que lleva un primerizo actor a un joven director arranca el film. Tres son las visitas (del rencor) que se superponen y componen la trama, siempre en forma de triángulo. La primera es una visita al pasado (dos niños conocen la amistad, el cine y el miedo en un colegio religioso a principio de los años 60. El cura que les da clase de literatura es testigo y parte de estos descubrimientos). Los tres personajes vuelven a encontrarse dos veces más, a final de los años 70 y en el 80.
La estructura fílmica no es original. Se limita al doble juego de la película que se rueda dentro de la película. Esta nos permite ver cómo el protagonista, Enrique, el realizador del film, recuerda sus años de colegio, idealizados por el paso del tiempo y sus relaciones con su compañero Ignacio y el padre Manolo. El primero su “primer amor” homosexual; el segundo el educador sacerdote y religioso pedófilo. Si Ignacio es el típico alumno guapo, solitario y sensible, el padre Manolo representa un reprimido clérigo, profesor de literatura, también sensible con ciertas connotaciones místicas, que mezcla la estética religiosa con sus desviadas tendencias sexuales.
Sin embargo esta parte de evocación del colegio religioso, que da título al film, no es la más importante. Se conoce que Almodóvar, tan pendiente siempre del marketing de sus películas, le ha tenido miedo a entrar a fondo en situaciones tan resbaladizas. La historia del colegio (que aparece sólo en la película dentro de la película, no en la vida real) es un puñado de escenas, donde los mayores logros se dan en la visualización estética: el niño cantando de monaguillo, las escenas de gimnasia, los homenajes al cine del pueblo y un film de Sarita Montiel, el juego de las miradas, la liturgia. Almodóvar no se libra aquí del tópico fácil y simplificador: enseñanza castrante y represiva de la libertad, sintetizada en la frase del niño Enrique sobre la libertad: “Yo no creo en Dios. Soy hedonista. Lo he leído en el diccionario: son lo que se lo pasan bien porque no creen en el infierno”. No hay un solo cura simpático ni una idea liberadora en dicha enseñanza religiosa.
Por tanto el film deviene desde el principio hasta el final en un nuevo análisis de las relaciones homosexuales, que lo convierten en un trhiller y tragedia a través de una frustrada transexualidad y un deterioro por la drogadicción. La reaparición posterior de los personajes, ya sin ninguna idealización fílmica, resulta patética. Especialmente el sacerdote secularizado y casado. De esa quema sólo se salva, como siempre, la figura de la madre, enferma y sufridora en el pueblo, que reproduce otra de las idealizaciones almodovarianas.
En una palabra, Pedro Almodóvar, ha perdido la gran ocasión de realizar su gran film sobre la adolescencia, su Au revoir les enfants, por ejemplo, para reincidir en otra inmersión en el mundo cerrado de las homosexualidad, esta vez sin apenas “chicas Almodóvar”, con menos dosis de humor y con unos diálogos que, sobre todo en la segunda parte de la película, tan reiterativos la ralentizan y le sustraen riqueza icónica. La razón de fondo es el desenfoque del guión y la pluralidad de objetivos del film.
He leído no sé donde que si esta película no llevara la firma de Almodóvar, la hubieran tachado de simplemente mala. En parte dicha crítica lleva razón. Lo que le presta cierta calidad es precisamente el buen pulso del realizador manchego que se aprecia en el juego, más o menos aceptable, de un guión con sus sorpresas a modo de cajas chinas y, sobre todo, en una traducción en imágenes que alcanza logros estetéticos como los planos de la clase de gimnasia o la secuencia en que el niño Ignacio canta para la comunidad de religiosos en el refectorio.
Es una pena, porque en Hable con ella, Pedro Almodóvar demostró que puede ir más allá del puro histrionismo impactante, el humor chusco y el simbolismo celtibérico, para tratar temas de hondo alcance ético y trascendente. Quizás la proximidad de los propios demonios –él ha reconocido que el film refleja su vida, aunque no sea literalmente auotobiográfico- le hayan impedido ver el bosque. Porque ni siquiera la denuncia de esa “mala educación” tiene claro objetivo, como no lo tiene una hipotética defensa del amor que no pasa de soledad epidérmica.
Producción: España, 2004.-Guión y Dirección: Pedro Almodóvar .-Productores Ejecutivos : Agustin Almodóvar,Esther Garcia.-Intérpretes: Gael Garcia Bernal (Zahara/Ángel/Juan), Fele Martínez (Enrique), Javier Camara (Paca/ Paquito), Lluis Homar S. (Berenguer), Daniel Giménez Cacho (Padre Manolo). Fotografía : Jose Luis Alcaine.-Montaje: Jose Salcedo.-Música: Alberto Iglesias.-Directora de Producción : Esther García.-Director Artístico: Antxon Gómez.-Sonido: Miguel Rejas.-Vestuario: Paco Delgado.-Maquillaje: Ana Lozano.
by