Siempre hace buen tiempo

Parábola del ángel aburrido

Foto: Capitel de la iglesia de San Juan. Atienza (©PMLamet)

Capitel de la iglesia de San Juan. Atienza (©PMLamet)

          Érase una vez un ángel que siempre estaba aburrido. Hacía poco que había abandonado la tierra por una repentina enfermedad y ni siquiera había caído en la cuenta de que se había convertido en ángel.   Echaba de menos la plaza del pueblo donde jugaba al balón con sus amigos y el huerto de la esquina cuya tapia saltaba para robar manzanas; el tirachinas, su colección de cromos de futbolistas, las chuches y el pan con chocolate de la merienda.

            Y de pronto se vio rodeado de seres transparentes, un mar de luz y otros ángeles que tocaban  el arpa todo el santo día. Así que fue a San Pedro y le dijo:

            -Pedro: yo aquí me aburro como una ostra sin jugar a pídola. ¡Es que en el cielo ni siquiera tenéis  playstation! ¿Por qué no me dejas volver a mi pueblo, por lo menos un rato?

            -No sé qué decirte, Pablito. Yo creo que Dios ha querido traerte porque como eras tan revoltoso a lo mejor de mayor hacías alguna fechoría…

            -No lo entiendo, porque hablando del Hijo Pródigo, el cura de mi pueblo decía, que solo se conoce el corazón de Dios cuando uno se siente perdonado. ¿Dios me ha perdonado algo?

            -No –respondió Pedro-, no lo necesitas.

            -Pues déjame volver a mi pueblo a equivocarme y así cuando vuelva no seré un ángel aburrido.

            -¿Por qué, Pablito?

            -Porque entonces habré descubierto que Dios es un Padre y a los padres les encanta jugar con sus hijos todo el rato.

Pedro Miguel Lamet

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmailby feather

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.