Siempre hace buen tiempo

Lo que salva es el amor

La teóloga María José Arana A continuación se reproduce íntegramente el texto  pronunciado por María José Arana, rscj durante la presentación de la  novela “No sé cómo amarte” de Pedro Miguel Lamet, que  tuvo  lugar en la sala de conferencias de ICADE, Universidad Comillas ( Madrid) el  pasado 23 de mayo 2016.

Buenas tardes a todos y todas. Agradezco de todo corazón la oportunidad, y el honor, de participar en este acto que se presenta tan completo y estupendo. Muchísimas gracias.

Lo primero quiero dar mi más cálida enhorabuena a Pedro Miguel por la obra que tanto he apreciado: sencillamente, ¡preciosa!

Si, es preciosa en fondo y forma. Como se indica en la misma portada, es una novela, a base de 23 cartas, pero que pretende ir más allá de la novela y de la narración epistolar, y, lo logra.

En realidad, y como ya lo sabéis, es una recreación novelada de la vida de la inagotable figura de María Magdalena, en la que el autor ha sabido “entrar” y desde la que nos descubre un inmenso bagaje cultural, literario, espiritual, bíblico,… Es una recreación novelada, y así ha de ser, porque como asegura Lamet en el apéndice, ni pretende, ni es posible recuperar su historia como tal.

La tradición de María Magdalena como prostituta y pecadora, –la Biblia no dice nada de esto y los estudios actuales se inclinan por la negativa-, y el hecho de que no tengamos datos sobre su vida, da pie al autor para tejer una historia muy interesante y muy entretenida, a la vez que la posibilidad de acercarse a la vida real de tantas mujeres y de abordar situaciones como la violencia contra ellas, los sufrimientos, sin cuento, ambientes difíciles, etc…, así como de resaltar sus valores.

Su turbulenta vida está llena de dolor provocado especialmente por su padre borracho, maltratador, carente de entrañas…, que se ensañó con su madre y lo hubiera hecho también con su hija, si ésta –aconsejada y ayudada por una de las sirvientas- no llega a poner remedio, cuando a la muerte de su madre, huyó de casa totalmente desprotegida.

De ahí, lo inevitable: María se vio abocada a la prostitución, vendida como esclava, pasada de mano en mano, sufriendo dolorosos cambios, situaciones de desprecio, dolor físico y moral, ignominias…; fue encontrándose en ambientes y con personas tan variadas como en los lupanales de Cesárea, la corte de los nabatenos,… Tropezó con personas tan diversas como el centurión romano, mujeres de distintas raleas, los salvajes beduinos, los nabateos, su rey, e incluso con el sabio Nicómaco, etc…, Todo ello, antes del bienaventurado encuentro con Jesús.

Como decíamos el autor ha querido – y es muy de agradecer- poner de relieve la situación real de las mujeres de aquellas, aunque no sólo, aquellas épocas… Y también lo hace concretamente desde la mentalidad bíblica y la exégesis tradicional, generalmente muy sesgada en lo que a las mujeres se refiere, confrontándola de alguna forma desde la experiencia de esta mujer de Magdala. Porque como muy bien observa: “en la Biblia la mujer ocupa un papel muy secundario, es propiedad del padre y luego del marido”, está sometida a ellos con la consiguiente obligación de obediencia, etc… y va enumerando los inconvenientes y prohibiciones simplemente por el hecho de serlo; ciertamente: “ser mujer judía –aunque no sólo judía- era equivalente a ser un animal de carga”. …

…Y esta confrontación entre Biblia –especialmente de los primeros capítulos- y realidad le lleva a esta incisiva pregunta: “¿fue tan grave el pecado de Eva para que ser mujer equivalga a sufrimiento desde que nace?”. Y, desde ahí surgen una serie de cuestiones bien interesantes.

Pero realmente creo que la esencia del libro es sencillamente el itinerario espiritual que recorre María, desde un
“No sé cómo amarte” del título mismo, a
• “Jesús mío, ahora sé cómo amarte” frase con la que termina la obra.
Y en este complejo y bello camino, ella tiene la seguridad de que es conducida –aún cuando ella aún no lo supiera- e incluso “tuve la certeza de que” Él nunca “me había abandonado”.

Desde “no sé”… hasta “ahora ya sé”, la experiencia del amor, narrado por la misma protagonista en “sus papiros”, es el camino por el que autor nos conduce hacia Jesús, contemplado y vivido desde el corazón de una mujer que lo amó intensa y espiritualmente; el Jesús del Evangelio.

Literaria y estructuralmente la obra es impecable. Con una riqueza de vocabulario encomiable, el autor demuestra una habilidad muy especial para trabar palabras, construir imágenes, desplegar bellas descripciones y expresar con ellas hasta lo inexpresable.

Algún ejemplo: “mi corazón brincaba de gozo”…, “me bailaba el alma”…, “el paisaje estallaba de vida”…, “era la playa para mis olas”…, “como si el mundo se revistiese de un resplandor desconocido…, expresiones capaces de llenar el alma; o esa tan bonita y que describe tan bien lo que es orar… “es volver al seno de la vida, ser acunado por el amor al que pertenecemos, como un niño débil”… etc.
Seguiría… ¿A que son bien expresivas y capaces de decir lo indecible?…

¡Qué habilidad también en introducir diálogos, variar los narradores…, trenzar historia, entre la realidad bíblica (citas, palabras acontecimientos bíblicos) y lo novelado…!

Por ejemplo, la infancia de Jesús ¡quién podría narrarla mejor que su Madre, María!

La misma Samaritana (Rebeca en el libro) evoca su encuentro con Jesús en el brocal del Pozo de Jacob, en un precioso diálogo con la de Magdala.

El apóstol Juan contará a María Magdalena la Transfiguración de Jesús en el Tabor; y más adelante, la vivencia de la Oración en el Huerto de Getsemaní… y otras veces entra oportunamente en sus diálogos…,

Se entiende que ellos son narradores de algunos acontecimientos en los que la de Magdala no fue testigo ocular. Con mucho acierto, también van apareciendo otros muchos diálogos e interlocutores. Enteramente fiel al Evangelio pero dándole un aire propio.

Y no quiero dejar olvidados dos detalles entre otros que se agradecen: 1). que el autor del libro no haya “despachado” del Cenáculo a las mujeres durante la Última Cena…, se las ve ahí, como en una familia, sirviendo ayudando, por eso la Protagonista puede relatarnos lo que vio y oyó aunque fuera “mientras recogía los platos”, como dice ella misma. ¡Un detalle bien importante!!!… De hecho nos las presenta compartiendo el Pan como los discípulos: “Te comí en el pan con respeto, movida por una inesperada necesidad de participar de tu gesto sencillo y sublime antes de morir”…

En línea parecida 2) también es de agradecer que cuando Lamet habla de las mujeres que “seguían y servían a Jesús” con sus bienes (Lc 8 1, ss) , añada aquello de que a los varones del grupo. Yo hubiera añadido que: ellas ¡eran auténticas discípulas!, pero no está nada mal, caer en la cuenta de este detalle de lo de las ropas y las comidas que no se excluyen pero no es la primera finalidad.

El recorrido por el Evangelio no puede ser más fiel, pero a la vez, el autor le “saca chispas”, es decir, está hecho con enorme creatividad (también de amenidad), pero con la mirada y la pluma fijas en el mensaje a transmitir. Fidelidad y creatividad, ¡todo un arte!.

Toda la narración está perfectamente enmarcada, en la época y en el mundo social, cultural, religioso del pueblo judío, y de los limítrofes que les corresponde y que el autor conoce y maneja con gran habilidad. También el “apéndice” aporta datos interesantes sobre distintas tradiciones de María Magdalena, un poco de iconografía etc… y se plantea algo que no suele ser habitual entre teólogos y escritores varones: el conocimiento, por lo menos un cierto conocimiento y sensibilidad hacia la Teología Feminista… que se nota en el desarrollo del texto… ¡Enhorabuena!

Pero en esta sesión a mi se me ha encomendado mirar más especialmente hacia la espiritualidad y la Teología, cuestión que también deja bien clara: “abordamos una novela, no un tratado escriturístico o teológico”. Pero aunque así sea, la obra está llena de motivos, fondos y trasfondos, temas, citas…, en una gran fidelidad bíblica y especialmente evangélica…

Así que ¡adelante en el “viaje” por este maravilloso itinerario!

En la obra se abordan preciosamente una gran cantidad de temas y de aspectos por ejemplo, los temas del pecado, de la conversión de Zaqueo y del perdón dado y recibido en muchísimos pasajes… Cuando curó a la hemorroisa, cuando respondió a los fariseos sobre las comidas y las abluciones…, cuando tocó el cadáver del hijo de la viuda de Naín y en otros lugares… entonces trató de la “pureza y la impureza”, y el asunto de la hipocresía…

En la cuestión de la muerte profundizada con motivo de la muerte y la resurrección de Lázaro, y la del mismo Jesús, aunque como le dice María a Jesús: “creo que más que de la muerte, nos has hablado de la vida”…

También la sed del corazón y el agua viva en el precioso relato de la Samaritana, un diálogo fluido y lleno de afinidades y de complicidades entre las dos mujeres: la de Magdala y la de Samaria….

O el tema de la compasión y la energía que resucita de Jesús con el hijo de la viuda de Naín. En el de la Eucaristía en la Última Cena “era consciente de que acababa de asistir a un convite misterioso” etc… y dijo aquello de: “Haced esto en memoria mía” y que como antes he señalado lo hizo sin “echar” de aquel comedor a las mujeres

El tema discipulado y el seguimiento, asoma por muchos lugares…

El planteamiento de la resurrección, “la que ocurre en lo íntimo de cada conciencia y fuera de ella” o como dices un poco más arriba “la que nos hace despertar por dentro, tiene que ver con la esperanza”… y de la que María de Magdala fue la primera testigo, la encargada de dar la gran noticia…, el apóstol, exactamente “apóstol de los apóstoles”.…

¡No voy a seguir! Porque podríamos adentrarnos en cada uno y no acabar.

Ahora voy a retomar el hilo conductor en lo que, como he dicho antes, me parece que es el núcleo de la obra, el itinerario espiritual en el amor, el camino entre:

“No sé cómo amarte”…. “ahora si sé cómo amarte”…:
“Tú sabes que te amo… y… “ahora sé que Tú me amas”
un camino de AMOR

Es un camino, narrado equilibradamente, Biblia e imaginación en mano…

La Teología común ha adolecido durante siglos de la falta de un elemento fundamental: la experiencia, que sin duda es fuente muy esencial en una teología que pretende recoger la realidad, incidir en ella y, de alguna forma, transformarla. Sin duda, ha sido la teología feminista la que ha “despertado” y ha levantado la alarma.

Un varón, el monje y teólogo Willigis Jäger, lo intuye muy bien: “hemos de despertar las fuerzas originarias del cuidar, sanar, observar, sentir… despertar la intuición, la compasión, dedicación, entrega, amor… y concluye: lo femenino nos proporciona el acceso a nuestra naturaleza más profunda”… Aquí no es momento de entrar en el tema, simplemente tenerlo muy en cuenta cuando repasamos la obra en la que creo que estos valores, actitudes y experiencias –cuidar, sanar, sentir, despertar la intuición etc… están muy presentes…

El itinerario de María la de Magdala está conducido desde la experiencia, una vivencia honda de sentirse acompañada: “supe que Yahvé me conducía hacia un lugar desconocido… , tuve la certeza de que no me había abandonado”… Una experiencia reflexionada, que aprende de ella, que profundiza en los sentimientos, una experiencia trabajada y que deja una huella activa.

Un ejemplo. No cabe duda de que si algo necesitó la vida de la de Magdala (y no sólo la suya) es la curación, la sanación de tantas heridas que la vida fue dejando en su ser… Caer en la cuenta de ello ya es un comienzo de sanación, y la acción curativa que le llega de diferentes ámbitos experienciales.

Voy a entrar en ese proceso experiencial de curación física y espiritual a través de unos pequeños textos, como lo venimos haciendo:

*La experiencia del recuerdo y la comunicación honda: “recordar reaviva el dolor pasado, pero al mismo tiempo confiárselo a alguien amado libera, cura, reconforta”…

*El silencio “un silencio que me lava por dentro”… Esta misma función limpiadora puede realizarse al recoger el sufrimiento serenamente porque “nuestras lágrimas lavan las telarañas del alma”… o en otro lugar: “mis lágrimas lavaban, al mismo tiempo, mi propio dolor”…

*Cuando habla del vino y aceite que el Buen Samaritano aplicó sobre las heridas del hombre apaleado, ella, reflexiona diciendo: “aunque la mejor medicina no es esa, sino que se conmovió, se compadeció de él, se puso en su lugar”… Y es que la compasión, cura.

*La experiencia del perdón ¡claro que es sumamente sanadora!, si. El perdón dado y el recibido. Cuando María Magdalena se debate ante la dificultad de perdonar a su padre, siente la certeza de que “mi bálsamo podría llegar a aliviar también, incluso desde la lejanía, alguna de sus heridas” (de su padre)… Pero lo más importante, cuando llega al perdón percibe con claridad que “algo se rompió en mí”…, es más: “el perdón (el que ella daba), me sanaba a mi”…

*El perdón recibido (Lc 7, 40 ss), el perdón que, entre el bálsamo y las lágrimas, recibe a los pies de Jesús, le rehace por completo, le cura a fondo por eso: “sólo se que salí nueva”…, se sintió aceptada totalmente, con todas las obsesiones,… con todas las heridas… y tantas cosas más “me miraste hacia adentro”… y claro, por esto “salí de aquella casa con el corazón henchido”… Evidentemente se refiere a la casa de Simón el fariseo.

*Y por supuesto, la mirada honda de Jesús que sana y transforma. María recuerda el primer encuentro con Él y dice: “Me quedé extática ante tu mirada apacible y ardiente, un cauterio que al instante se hundió en mi piel y mi alma hasta alcanzar las más recónditas heridas”. Claro, porque “de ti emanaba una energía y una fuerza curativa”, porque hasta “su voz era bálsamo para las heridas”… Ese es el Jesús que como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles resumiendo su vida, “pasó haciendo el bien y curando de toda enfermedad”… (Hch, 10, 38).

En una conversación con el curandero José, María le asegura que en lo que verdaderamente cree es en el poder del “amor curador de Dios”; y es que “el Maestro resitúa a los dolientes en la corriente de amor que es la que de veras mueve el mundo”.

Lo que quiero resaltar es que realmente lo que salva, y se ve con claridad a lo largo del libro, es el amor, la experiencia de ser amada y amar…: “Entonces me envolviste con tu mirada”… “Me sentí abrazada, comprendida, limpia, perdonada… y sobre todo, amada desde dentro”…. Éste es el gran motor en este itinerario y en el de cualquier persona: el amor sentido, experimentado a fondo y esto es lo que vive intensamente María la de Magdala. Sentir este amor es lo que es capaz de cambiar toda una vida.

Ese Jesús que se nos presenta en el libro es puramente el Jesús del Evangelio: Imagen visible del Dios invisible, es decir, del Padre “misericordioso por encima de las leyes y ordenanzas”… del Dios amor, misericordia, perdón… del Dios, “el que ve en lo escondido”, … “el que nos cuida”… En cuyo corazón cualquier ser humano tiene cabida y en ese mismo corazón, con ese mismo corazón, Jesús ama, y particularmente “ama lo pequeño”.

Es el Jesús que se deja tocar…. que se conmueve y se compadece, que acoge y perdona…, sensible siempre. María no lo percibió “nunca como juez, sino como Salvador” Absolutamente cercano a los niños, a los que no cuentan, y como le dice María Magdalena: a los que se sienten al margen de todo, a los que andamos a tientas y hemos mascado el barro y el abandono”. La certera explicación sobre el prójimo cuando contó la parábola del Buen Samaritano…

Y ahí están Zaqueo el corrupto, Bartimeo el ciego, la mujer también pecadora y Samaritana, el Buen Ladrón… y tantos y tantos… que se cruzaron en su camino.., tocados y salvados por El. Si, es el Jesús del Evangelio…, el Maestro, el Buen Pastor que “resitúa a los dolientes en la corriente del amor”…
Y esto:

En esta corriente es en la que María la de Magdala fue curada y, guiada, aprendió a hacer el camino desde el:
“No sé cómo amarte”… para llegar a decirle: “Jesús mío sé como amarte””Te amo con todo mi ser”…, “Tú sabes que te amo”… aprendido todo en el camino del Amor.

Verdaderamente lo que importan, lo que salva, es el amor: “Dios es amor”.

Gracias por este libro, precioso, ameno tan bien hecho, y que, además y sin duda, puede ser una bendición, una auténtica evangelización para mucha gente; puede ayudar a crecer en el conocimiento de Jesús y de su Evangelio… y lo que es más importante, puede ayudar a encontrarse con Él muy sencillamente e incluso –y esto sería un gran don y gracia- a aprender a amarle, dejándose amar por Él.

De verdad, muchas gracias.

Y a María, la de Magdala vamos a recordarle aquello que el autor también cita y que lo dijo la Santa de Lisieux: “Jesús nos ha defendido (a las mujeres) en la persona de María Magdalena” pues que ambas, las dos santas, pongan un especial cuidado en ello, ahora y siempre.. Gracias, muchas gracias, Pedro.

MARÍA JOSÉ ARANA rscj

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2 thoughts on “Lo que salva es el amor”

  1. Magistral presentacion, que invita a leer la novela «No se como amarte», y a la altura de la magnifica obra litereria de Pedro Miguel Lamet. Gracias por rescatar admirablemente este personaje historico del tiempo de Jesus, la mujer de Magdala prototipo de la mujer de todos los tiempos. Como mujer sencillamente gracias Pedro Miguel Lamet.

  2. No sé cómo amarte, es un libro maravilloso! Llama mucho la atención como un hombre puede describir tan bien los sentimientos ,miedos, dudas,etc. De una mujer y el padre Lamet lo hace maravillosamente!! Es una novela maravillosa en la cual nos hace conocer más quien era María Magdalena , muchas felicidades, todos sus libros dejan grandes enseñanzas, lo admiro muchísimo padre, ya llevo dos libros suyos con este y estoy encantada , además con la guía de un compañero suyo , el padre Primo el cual tiene una forma muy agradable de ayudar a entender mejor las cosas, mis hijas son alumnas de colegio jesuita de Tampico, Mexico y para mí a sido un bálsamo estas lecturas las cuales me han ayudado a reafirmar mi religión y ver la gran misericordia De Dios. Gracias. Saludos

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