Durante los días de vacaciones y sus espacios más frecuentes para la reflexión sobre el pasar y el sentido de la vida hay oportunidades para volver a hacerse las grandes preguntas del ser humano. Entre ellas una muy radical: si verdaderamente somos reales, si tenemos consistencia o, dada la fugacidad de todo, que cambia continuamente, no pasamos de ser un sueño, una imagen, un pálpito distendido en el tiempo. Es lo que me formulo en este soneto, que se lo dedico a Javier Osuna, SJ. un gran compañero colombiano que acaba de fallecer. Fue un hombre bueno, dulce y transparente.
¿S0Y REAL?
¿Soy yo real o un breve y vago sueño
que cruza como un verso mal rimado
esta estrofa de vida sobre el prado
como el río en busca de su dueño?
¿Soy quizás aquel brote de un empeño
que goza, llora y muere apasionado
rumbo a no sabe cuál acantilado
como el río se vuelve marismeño?
¿Qué es la vida, Señor? ¿Por qué me has puesto
en este paraíso con espinas,
para andar sin saber por qué camino?
“Eres silencio –respondes-, lo adivinas
si dejas de pensar tan descompuesto
y solo al contemplar luces divino”.
Pedro Miguel Lamet
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