Siempre hace buen tiempo

Retrato de Cristo

Tras prolijas investigaciones, la BBC ha conseguido poner a Cristo un rostro de auténtico gilipollas. No es otra la conclusión a la que se llega después de contemplar el resultado que la ciencia forense y la reconstrucción digital más avanzada acaban de lograr para la serie «El hijo de Dios» de la prestigiosa cadena británica.

Hemos llegado en pocos años, gracias a una amalgama de progresos informáticos y científicos, a alcanzar el papanatismo y la estupidez. El forense Richard Neave ha partido para su hallazgo de rellenar con barro la calavera de una persona encontrada por casualidad en un cementerio judío de Jerusalén. Inconmensurable. Es como si para reconstruir, por ejemplo la faz de Juan Ramón Jiménez, nos sirviéramos de un cráneo de un hombre cualquiera hallado en Moguer.

Segundo: la informática y sus seres virtuales son lo menos parecido a la vida real. Compárense, por ejemplo, las reconstrucciones mastodónticas de «Gladiator» y el Foro o el Coliseo, tal como se conservan hoy en Roma. Aun suponiendo que esas fueran las características étnicas generales de un judío de la época, el Jesús histórico, sin presuponer su divinidad, tuvo que ser un rabino con aura, un líder espiritual, un ser superior y no un tipo con aires de carretero como el de la BBC.

Y tercero, el arte y la poesía, como diría Heidegger, siempre develan la verdad mejor que la historia. Igual que los evangelios no son relatos estrictamente históricos, sino que recogen la vivencia de la comunidad, el rostro de el Cristo es ya una inspiración universal que los pintores románicos, el Greco o Velazquez evocan mejor que la polémica Sábana de Turín o cualquier retrato robot de Jesús. Sobre todo este de la BBC, que parece un villano de videojuego.

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