Siempre hace buen tiempo

Pedro Miguel Lamet nos acerca en su obra a la figura de José María de Llanos

Llanos boina

“Reconstruyó el Pozo, montó dispensarios, escuelas, cine, campos de deportes.”

“Como persona era una mezcla curiosa de líder y poeta, tierno y colérico, entusiasta y depresivo.”

“Quizás lo más sorprendente que los documentos arrojan es la vuelta de la Pasionaria a la fe que había vivido de niña.”

Pedro Miguel Lamet.

Pedro Miguel Lamet.

Vallecasdigital.com ha tenido el placer de entrevistar a Pedro Miguel Lamet por su obra ‘Azul y Rojo, José María de Llanos’, centrada en la historia de “el cura rojo”.

Para aquellos que no lo conozcan, ¿quién fue José María de Llanos? ¿Por qué centrar su obra en su figura?

Sólo desde el contexto de aquella España de la guerra, la posguerra y la transición se puede comprender una figura tan original como la del padre Llanos. Nacido  en una familia burguesa, de padre militar vivirá como jesuita la experiencia de la expulsión, el drama de la guerra civil cuando le mataron los rojos  sus dos hermanos, su etapa azul como cura de moda del franquismo y su etapa roja de compromiso con los más pobres. El paso decisivo de Llanos es cuando cae en la cuenta en sus tiempos de capellán del Frente de Juventudes que estaba de espaldas a la otra España de la miseria y la exclusión y decide marcharse a vivir a una chabola en el Pozo. Entonces se convierte en un puente entre el Madrid opulento y el del suburbio y una conciencia profética del último franquismo y la transición. Como persona era una mezcla curiosa de líder y poeta, tierno y colérico, entusiasta y depresivo. En todo caso animado por una fe muy profunda y una fidelidad extraordinaria a su impulso interior y espiritual. Un hombre frágil y potente, que marcó a una generación. Había acercamientos biográficos, pero faltaba una biografía crítica y documentada. La mía tiene más de 700 páginas y cerca de mil notas.

Usted deshace los tópicos y desvela la vida íntima y espiritual del padre, ¿qué dato novedoso cree que va a llamar más la atención?

De Llanos se conoce lo externo, lo de la Falange y el “cura rojo” que levantó el puño. Yo intento reflejar la trayectoria espiritual y humana que había detrás de todo. Aparece la debilidad, fidelidad y entrega de un alma de niño que luchaba con la tristeza y un continuo dolor de estómago desde su juventud y una coherencia heroica hasta el final con Dios y consigo mismo. Esta faceta de piedad, que le movía a guardar  estampas de la Virgen y hasta un pedazo de la cinta blanca que sirvió para atar sus manos en la ordenación sacerdotal, es lo más sorprendente y profundo.

“Es como una dramática novela pero completamente real,  que desborda de la tinta de los manuscritos.”

Imagino que el trabajo de documentación ha tenido que ser exhaustivo, ¿cómo ha sido para el autor viajar a través del tiempo por España? ¿Escribir de momentos tan duros como la Guerra Civil?

Emocionante. Descubrir por ejemplo en sus  pequeños cuadernos de hule el día a día de la guerra, seguida desde el exilio de Portugal; leer las cartas de su padre que de forma disimulada, por miedo a la censura de la correspondencia, le cuenta cómo fueron asesinados sus hermanos por los rojos; lo que le relata  su compañero el padre Huidobro, capellán de la Legión, desde el frente días antes de morir… Es como una dramática novela pero completamente real,  que desborda de la tinta de los manuscritos.

Este libro aporta numerosos documentos inéditos, diarios, poemas y cartas personales, ¿ha descubierto algo que nunca habría llegado a imaginar o José María de Llanos es tal y como esperaba?

Yo conocía bastante bien al padre Llanos. Cuando estudiaba filosofía en Alcalá de Henares iba todos los jueves al Pozo, que entonces era un mar de barro,  a dar catequesis. No olvidaré nunca la Navidad en que no encontraba a Llanos y me dijeron llevaba tres día encerrado en su cuchitril porque le habían robado el Niño Jesús de la capilla. Me escribía luego  cuando yo era director de Vida Nueva y le publicaba sus artículos. Por tanto todos mis descubrimientos tienen una coherencia con lo que ya sabía personalmente. Quizás lo más sorprendente que los documentos arrojan es la vuelta de la Pasionaria a la fe que había vivido de niña y el amor platónico de Llanos a la famosa “musa de la transición”, Carmen Díez de Rivera, a quien Llanos dedica hermosos poemas de amor. Un amor puro, nunca físico. Él confesaba que jamás había “besado de veras” a una mujer, pero que por sus sensibilidad era muy enamoradizo.

“Llanos era un radical”

Pasó de ser cura del franquismo a saltar a Comisiones Obreras y el Comunismo, ¿cómo se explica?

Puede parecer inexplicable si no se conoce su trayectoria interior. Hay que partir de que Llanos era un radical. Desde joven, cuando sólo era un estudiante jesuita, hizo votos especiales de perfección donde renunciaba incluso a sus derechos humanos. Luego se entrega de bruces a trabajar por un nueva juventud en la posguerra, forjada en los ideales nacionalcatólicos, más cercanos a José Antonio, en la línea de Hedilla, que de Franco. A crear la academia premilitar, a dar centenares de tandas de  Ejercicios Espirituales, fundar colegios mayores, una actividad desbordante. Hasta que  una noche, cuando se albergaba con sus muchachos en el histórico castillo de Belmonte en Cuenca, desde las almenas descubre  cómo vive la gente del pueblo y da un giro. Primero fueron los campamento del SUT (Servicio Universaitario de Trabajadores)  por toda España y luego su acercamiento a los marginados.

A mediana edad despertó a la otra España olvidada y decidió marcharse al Pozo del Tío Raimundo, donde plantó su chabola en el suburbio para asumir la causa de los oprimidos hasta su muerte. ¿Cree que actualmente se necesitarían más párrocos como éste?

En primer lugar la vocación de Llanos nunca fue de párroco. En una larga carta inédita que le escribe su superior provincial en 1954, él le expone una idea bien distinta a una parroquia: plantar una chabola en el barrizal del Pozo que  fuera como una casita de Nazaret, más que para predicar o repartir sacramentos, para compartir la vida pobre y machacada de aquel pueblo de aluvión que venía del mundo rural olvidado y hambriento de las provincias de Extremadura, Andalucía y Toledo. Lo que pasó es que dado el carácter hiperactivo de Llanos y su influencia en el otro Madrid nunca se limitó a esa presencia, típica por ejemplo en Francia de un Charles de Foucauld, sino que reconstruyó el Pozo, montó dispensarios, escuelas, cine, campos de deportes. Llevó el agua, la luz, la civilización al barrio y una mística del trabajo. De la parroquia propiamente se ocupaban otros jesuitas. Llanos solía decir que había fracasado en la evangelización del Pozo.

“Llanos decía: “Yo vine a evangelizar al barrio y el barrio me evangelizó a mi”.

'Azul y Rojo'.

‘Azul y Rojo’.

Enrique de Castro, el cura rojo de Entrevías, es una sacerdote de la parroquia San Carlos Borromeo en Vallecas que está ayudando en muchos niveles al barrio, ¿cree que es coincidencia que dos sacerdotes del mismo distrito sean tan especial o puede que como dice Castro “Vallecas cambia la manera de entender el mundo y la fe”?

La trayectoria de Enrique de Castro a mi entender es distinta de la de Llanos. Enrique, como sacerdote diocesano, va de la parroquia a comprometerse con la juventud marginada, especialmente jóvenes drogodependientes y presos. Tenía buena relación con Llanos, sobre todo cuando éste era ya anciano y recibía y ayudaba a jóvenes atrapados por la drogas. Es verdad que el barrio también le cambió. Llanos decía: “Yo vine a evangelizar al barrio y el barrio me evangelizó a mi”.

“Eligió el Pozo porque entonces era un lugar de eclosión tremendo, donde se construían las chabolas como “flores de luna”, por la noche,  para evitar que las destruyera la guardia civil. Era lo peor de lo peor.”

¿Por qué cree que de entre todos los lugares eligió venir al Pozo del Tío Raimundo?

Después de despertar a los marginados y ocuparse con un grupo de universitarios de los vagabundos y transeúntes en diversas partes del Madrid, visitó varios suburbios y eligió el Pozo porque entonces era un lugar de eclosión tremendo, donde se construían las chabolas como “flores de luna”, por la noche,  para evitar que las destruyera la guardia civil. Era lo peor de lo peor. En el libro describo con amplitud la situación sociológica de aquella zona.

En su obra aparecen importantes figuras del siglo XX como Fraga, la Pasionaria, Gallardón, Carrillo y Camacho, entre otros. ¿Se animaría a escribir una obra centrada en alguno de ellos?

José María de Llanos, dada su trayectoria y sobre todo su apostolado hasta 1955 en el Madrid de la burguesía, conocía a muchísima gente. Su capacidad de liderazgo le sirvió para que aquellos jóvenes que ya eran ministros o directores generales echaran una mano en los cambios del Pozo. Como amigo, era muy fiel y se escribía con Fraga o el padre de Ruiz-Gallardón que fue quien le llevó en su coche al Pozo, como Alberto ha recordado con emoción en la presentación de mi libro hace unos días. Luego se hace comunista porque el pueblo lo era y él tenía que estar con el pueblo “a sangre”, decía. De esos personajes que cita se han escrito muchos libros y memorias. Procuro centrar mi obra en temas  que se conocen menos.

En sus páginas afirma que José María de Llanos le dio la comunión a Dolores Ibárruri, la Pasionaria, y que está murió católica, ¿cómo lo descubrió?

A raíz de la muerte de la Pasionaria le hice una entrevista a Llanos para Diario 16, en la que afirmaba: “Dolores está en el cielo”. Pero no revelaba lo que sabía por razón de su ministerio y porque supongo que, de común acuerdo, habían decidido no revelar su conversión, dado que la Pasionaria era el símbolo del comunismo ateo y estalinista. La madre Teresa, una religiosa carmelita descalza,  que por enfermedad se quedó a trabajar en el Pozo y aún vive, me aseguró que Llanos había confesado y dado la comunión a Dolores. Pero la prueba definitiva me llegó cuando en los archivos de Llanos encontré una carta de la Pasionaria, que reproduzco en el libro, en la que el mismo año de su muerte esta confiesa sin rodeos su fe católica. Al final, cuando se dividió el PC, el único que seguía visitándola era Llanos.

¿Alguna vez el padre Llanos se arrepentía de sus arriesgados actos?

Llanos era de carácter depresivo e hipercrítico consigo mismo, por tanto estaba en continua revisión de sus actos, repitiendo una y otra vez que era un fracasado. El año antes de morirse declaró a un periódico local de Alcalá de Henares que quizás no debería haber levantado el puño como sacerdote, pero que no se arrepentía de poser el carnet del PC y sobre todo de Comisiones Obreras, sindicato del que había sido cofundador, porque era necesario para  estar con el pueblo.

“El propio Franco había dado  órdenes de que no le tocaran ni un pelo.”

¿Cómo le permitían los miembros de la Iglesia hacer todos estos gestos?

Ni la jerarquía católica, ni sus superiores religiosos, ni las autoridades civiles se atrevieron nunca contra él, por una sencilla razón: porque mascaba el barro, vivía pobremente, nunca se tomaba vacaciones y era un hombre de oración y hasta piadoso: nunca dejaba de celebrar la eucaristía y rezaba diariamente el breviario y las tres partes del rosario, los quince misterios. Respaldaba sus actos con la coherencia de una vida. Estaba además en una lista de intocables para la policía durante el franquismo y el propio Franco había dado  órdenes de que no le tocaran ni un pelo, pues, como es abido,  Llanos había dado Ejercicios al caudillo.

Finalmente, me gustaría recordar una frase que dijo usted: “Llanos representa que la fe es inseparable de la lucha por la injusticia”, ¿cree que con estas trece palabras queda resumida la figura del sacerdote?

Creo que con esa postura se adelantó a su tiempo, incluso a la intuición de su amigo y compañero de los tiempos de Universidad, Pedro Arrupe, que impulsó a los jesuitas no sin incomprensiones y sufrimientos –también escribí su biografía- al compromiso con la justicia que brota de la fe. Se ha hablado mucho en los últimos años de la “opción preferencial por los pobres”. Yo creo que la lucha por la justicia es incluso previa a la fe, común a creyentes e increyentes. Inherente a los derechos de la persona. Pero para el que tiene fe en Jesucristo,  es absolutamente irrenunciable. Llanos decía que había fracasado pastoralmente en el Pozo. Pero ¿hay algo más cristiano que educar a un pueblo, enseñarle una profesión, concienciarle para que luche por unas condiciones higiénicas de vida, que consiga  una vivienda digna, acceso al trabajo y la cultura y despierte a la defensa de sus derechos y una conciencia solidaria y universal?  Ahora estoy seguro de que Llanos se levantaría en cólera contra el pensamiento único del neoliberalismo económico y la dictadura sobre la política del poder de las finanzas, que crea tanta marginación y desigualdades en nuestro país y en todo el mundo.

Muchas gracias.

Alexandra Manzanares Pérez
@Alexandra/ @vallecasdigital

 

 

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1 thought on “Pedro Miguel Lamet nos acerca en su obra a la figura de José María de Llanos”

  1. el corazón me rejuvenece con esta forma literaria tan hermosa de escrbir. Felicidades a todos los que tienen la oportunidad de leer esta hermosa literatura, Novela, etc. Qué bella, qué convincente, que enardece los corazones. Ma. Eugenia

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