El 31 de julio, día de su fiesta, se clausura en todo el mundo el año Ignaciano, que ha conmemorado el quinto centenario de su conversión y el cuarto de su canonización. La Compañía de Jesús, con estas celebraciones ha encontrado una oportunidad propicia para recordar su estilo de vida y la fuerza transformadora de su cosmovisión. Aquí pretendemos evocar la importancia de la figura de Ignacio para nuestro mundo de hoy intentado responder a esta pregunta: ¿Qué haría san Ignacio si volviera ahora entre nosotros?
ESPAÑA Y EL MUNDO EN TIEMPOS DE ÍÑIGO
Cuando Íñigo nació en 1491, España y el mundo se encontraban en una auténtica convulsión. La Edad Media llegaba a su término y Europa entraba en el Renacimiento. Así que el recién nacido llegaría a ser un hombre entre dos mundos.Una época con semejanzas a la nuestra. Europa en la última parte del siglo XV asistía a grandes descubrimientos e invenciones. Los exploradores zarpaban hacia el Oeste, a las Américas, y por el sur hacia África, mientras los estudiosos volvían su mirada a las civilizaciones olvidadas de Grecia y Roma. La imprenta alimentaba la sed de conocimientos entre la clase media; la pólvora revolucionaba la estrategia de la guerra, y la brújula la de la navegación. Era el fin de la época de caballería y el comienzo de un nuevo humanismo, un tiempo pues de cambios rápidos, agitación social y guerras.
También estaba transformándose la población. En el siglo XIII la Europa centro-occidental pasaba de unos 30 millones de habitantes a más de 50 millones en el año 1500, a pesar de las mortíferas pestes de los años trescientos. Con el aumento de la población el acontecer histórico se desarrolla en una mayor escala, las guerras son más sangrientas, las sublevaciones sociales ganan en amplitud y violencia, se complica el gobierno y la administración. Asistimos con los viajes intercontinentales a la primera globalización.
En Europa se estaban produciendo cambios económicos y políticos. Los siglos XIV y XV marcan el comienzo de la gran época mercantilista. Oriente se aproximaba a través de Venecia. Inglaterra y Flandes acumulaban beneficios, mientras los países bálticos se enriquecían con centro en Brujas y Amberes. La banca residía sobre todo en manos italianas, a la vez que transformaciones políticas sacudían el continente. Del régimen de señores feudales se pasaba una administración centralizada. A finales del XIV existía ya una burguesía ciudadana, artesana y comercial, que conseguía enriquecerse más que los príncipes. Por eso Ignacio viajaría a pedir limosna para sus estudios a los mercaderes de Flandes.
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