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Monthly Archives: abril 2022

«Una excelente novela histórica»

Las trincheras de Dios

Por MIGUEL DE SANTIAGO

Las trincheras de Dios

Vuelve un escritor de registros varios, el jesuita Pedro Miguel Lamet, ahora con una excelente novela histórica, titulada Las trincheras de Dios (Ediciones Mensajero), que tiene como protagonista de fondo al padre Fernando de Huidobro, que murió en el transcurso de una acción bélica —no martirizado— en los años terribles de la Guerra Civil.

Una mujer enamorada de su marido sufre la división y separación que les provocan sus respectivas ideologías. Ella procede de una familia conservadora y religiosa de Sevilla, marcada por el asesinato de sus familiares durante la guerra, y emprende una investigación en busca de la objetividad sobre el factor religioso en aquella contienda fratricida; él, socialista catalán, nada religioso, político progre, es un activista implicado en la llamada Memoria Histórica. Los recuerdos marcaron la infancia de ambos, tan ideológicamente divididos.

Muy bien trazados la exposición, nudo y desenlace, Las trincheras de Dios tiene como pretexto argumental la elaboración de una tesis doctoral sobre la figura singular del jesuita Huidobro, que se alistó como capellán de la Legión, intentó paliar el odio entre las dos Españas, se mostró contrario a los desmanes que se producían en las dos trincheras y asistió a todos a la hora de la muerte.

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Pascua con ojos niños

Hay un breve poema del colombiano Rafael Pombo titulado “El alma y el niño” y publicado nada  menos que  en 1873, que dice mucho más que grandes  tratados de teología:

«¿Dónde está Papá Divino?
Preguntó a su niño el ama;
Te daré un dulce en la cama
Si me respondes con tino».

Y él, con sonrisa de cielo.
Repúsole: «Y yo, bah! bah!
Te daré un rizo de pelo
Si dices dónde no está».

Los niños están continuamente contemplando el rostro de Dios, porque aún viven dentro de él. Antes de que los maliciemos son ángeles que nos devuelven la esperanza en el ser humano, porque viven cerca de nuestro origen, la luz de donde salieron: el “Papá Divino”. Por eso, nada mejor que celebrar la Pascua desde los ojos abiertos y puros de un niño, nuestro niño, el que fuimos y volveremos a ser de nuevo en la casa del Padre. Mientras, de camino, Jesús nos propone la tarea para pertenecer a su reino y resucitar, retornar al niño.

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Al árbol de la Cruz

AL ÁRBOL DE LA CRUZ

De tu dolor, del tiempo amanecido,
de una palabra ardiente que encendía;
de las entrañas puras de María
y del amor hasta la esencia herido;

desde tu cuerpo tres veces caído
y la noche oscura de la sangre mía,
devuelves con tu cruz a la armonía
este mundo que nace en tu alarido;

este mundo que abarcas con tu abrazo
y limpias con tu muerte de tristeza,
este miedo a vivir esta pobreza

que florece en tu árbol cual si fuera
hontanar para siempre en tu regazo
al colgar de tu cruz mi primavera.


Pedro Miguel Lamet



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Mi última cena

MI ÚLTIMA CENA

En esta noche tibia, quieta y llena
de un temblor de palabra y despedida,
de soledad y amor, el alma herida,
celebras tú, Jesús, la última cena.

Compartes con el pan esa honda pena
del sin sentido, la angustiosa vida
que es fracaso, dolor, obra incumplida,
y el vino de tu sangre nazarena.

En esta hora de la confidencia,
cuando Judas se hunde en su amargura
y Pedro negará con su despecho

cuanto aprendió a tu lado de dulzura,
déjame que ahonde en la experiencia
de apoyar, como Juan, mi alma en tu pecho.

Pedro Miguel Lamet
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Palabras de María

PALABRAS DE MARÍA DOLOROSA
A SU HIJO MUERTO EN LA CRUZ

¿Qué te han hecho, Jesús, hijo del alma?
¿A dónde el odio y la envidia te han traído,
que tu cuerpo te sangra malherido
y una espada atraviesa mis entrañas?

¿Dónde fueron las risas de aquel niño
que jugaba en la puerta de mi casa?
¿Dónde partió mi joven carpintero,
dónde, muerto José, mi único amigo?

Te ha matado el poder, la fuerza bruta
que no sabe de luz, que solo mata.
Ya no puedo escuchar tu voz bendita
ni puedo acariciarte con mis nanas.

El tiempo se ha parado, todo es noche,
tus discípulos todos han huido.
No hay consuelo ni alivio. Pon tu calma
en medio del dolor, mira qué frío

llena al mundo de miedo y pesadumbre.
Todo pide que vuelvas con tu Pascua.
Resucita, Jesús, en tus hermanos
vuelve otra vez a tus campos y tu barca.

Siembra entre los hombres el alivio
de saber que la vida es tu Palabra.
Repártenos tu Pan, danos tu Vino,
confirma que el Amor todo lo salva.

¡Vuelve a mostrar de nuevo tu camino!
¡Ven, Jesús, resucita! ¡Maranatha!

Pedro Miguel Lamet

Dedico este poema a todas las madres, esposas, hijos e hijas de las víctimas de la injusta e inexplicable agresión bélica de la Rusia de Putin a Ucrania, cuando esta Semana Santa nuestro pueblo paseará de nuevo las imágenes de la Dolorosa por nuestras calles para enjugar todas las lágrimas.
Foto: “Nuestra Señora de los Dolores”. ©PMLamet
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