Siempre hace buen tiempo

Daily Archives: 6 febrero, 2022

«Las Trincheras de Dios», nueva novela histórica

Ya en librerías una nueva novela histórica de Pedro Miguel Lamet.

Una mirada alternativa a la Guerra Civil española

SINOPSIS

El sueño de Milagros Aguilar es llegar a conocer toda la verdad sobre la Guerra Civil española. Nacida en una familia sevillana conservadora y marcada por la pérdida de seres queridos asesinados durante la contienda, tras estudiar la carrera de Historia, conoce a Jordi Casanova, socialista catalán, que llegará a convertirse en juez de la Audiencia Nacional.

Su matrimonio, del que nacen dos hijos, sufre una crisis por diferencias ideológicas entre ambos: él, implicado en la Memoria Histórica; ella, en la redacción de una tesis doctoral sobre «El factor religioso en la Guerra Civil». El hilo conductor de su trabajo es la vida de Fernando de Huidobro, un jesuita filósofo, alumno predilecto de Martin Heidegger, que regresa a España para ofrecerse a servir en cualquiera de ambos bandos. Entregado heroicamente a auxiliar a las víctimas, sean rojas o azules, decide, desde su experiencia como capellán de la Legión, denuncia al alto mando por el modo de ejecutar los fusilamientos de jóvenes milicianos, hasta que muere víctima de un obús procedente del fuego amigo.

La novela discurre entre la redacción de la tesis de Mila, que estudia la Guerra Civil junto al influjo de las diversas creencias en ella, y sus conflictos familiares, en una España contemporánea preocupada por la revisión histórica del pasado. Pedro Miguel Lamet, con un estilo que atrapa al lector, nos ofrece una síntesis del sangriento conflicto con aportación de datos, humanidad y el análisis de una nueva perspectiva encarnada por quienes ya entonces lucharon por la paz, la justicia y la reconciliación entre españoles.

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Del “yo” ridículo al “nosotros” universal

Foto: “La sonrisa del emigrante” © PML

Me tropecé contigo en cualquier calle, enfrente de unos grandes almacenes, uno de esos templos heladores del consumo, de los que suele uno salir con las pupilas abotargadas de luces y colores, y me ofreciste un ejemplar de “La farola”. Y por un vil euro me regalaste con una sonrisa, que no se puede pagar con todo el oro del mundo.

En tu mirada se reflejaba una aldea perdida del África subsahariana, el bohío de tu familia con niños de vientre abultado en la puerta, desiertos, montañas, ríos, hambre, miles de kilómetros, la patera que arrojó al mar a algunos compañeros de infortunio y lo de siempre: el rechazo al diferente, la soledad del marginado, la Europa prometida para la que solamente eres un intruso molesto para esta sociedad del bienestar.

Y me vino a la mente otra sonrisa, la del papa Francisco:

“En realidad, todos estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, que no haya más otros, sino solo un nosotros, grande como toda la humanidad. Por eso, aprovecho la ocasión para hacer un doble llamamiento a caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, dirigiéndome ante todo a los fieles católicos y luego a todos los hombres y mujeres del mundo”.

Ni las naciones, ni los políticos, ni la sociedad escuchan tal llamamiento, porque esta es la sociedad del “yo”, del “ande yo caliente” en cuotas de poder, placer, vacunas, pasaportes y seguridad. ¡Y a Francisco se le acusa de “comunista” o de “ciudadano Bergoglio”, como lo llama la ultraderecha “tan católica”! ¿Por ser el buen samaritano de nuestro tiempo, por ser “el papa de los emigrantes”? “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis». (Mt, 25, 31-469).

Del “yo” ridículo al “nosotros” universal.

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