El niño duerme, el mar está bravío. Las olas braman, la madre vela sus sueños.
Así mi vida. El mundo que nos rodea se encrespa con noticias inquietantes: pandemia, guerra, hambre, paro, crisis de valores, inestabilidad mundial, amenazas económicas, miedo al futuro.
Pero Dios padre y madre vela mi sueño.
“Como un niño en los brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí!” (Salmo 131)
Y Él me canta:
NANA DE LA ETERNIDAD Duerme mi niño, que la vida es buena, tu cuna es una barca que yo te mezo y el viento de este mundo sólo es el beso que posa en tus mejillas toda la Tierra. No llores ni te inquietes, solo contempla todo ese mar profundo que llevas dentro. Pedacito de mí, tu alma anda llena del amor infinito de los pequeños, pues quise andar sobre él en la galerna y dormir en la popa con el mal tiempo. Ni el dolor ni la muerte te darán pena Descansa en mi del todo, siéntete eterno. A la nana nanita, nanita ea. Que mi niño se duerme bendito sea. Pedro Miguel Lametby