AMAR NO TIENE NOMBRE Amar es un vacío, un llevar en las manos el temblor de estar solo mirando las estrellas, un saberse una pluma movida por la brisa y olvidarse que el miedo hizo en ti su morada y arrumbar en lo oscuro los planes ya trazados y dejar que tu alma llore a solas lo absurdo que es estar y no estar. Amar es un insólito querer ser lo imposible, derrotar los deseos, recomponer el mundo a trozos de ilusiones, arrimar a las rosas la eternidad rompiente y regar con ausencia la cuna de la noche donde acecha el dolor. Amar no es el anhelo de vivir la primicia de un ser entre los brazos o llevar de la brida el feliz yo caliente, o andar con un espejo de un tú mismo mejor
Ni pensar que ya es tuyo el ser que has aprehendido, ni pregonar al mundo desde un tú apuntalado, ni reírse del salto que el otro no ha querido, ni poner a tus ojos parcelas por el mundo con un cartel: "No entrar". Amar es un perderse en la noche estrellada y saber que hace tiempo has dejado de ser. Es flotar sin un norte por el mar de tu alma y mañana ¡quién sabe! no saber, no saber... Amar es estar solo con todo en compañía y morir de vivirse tan lleno del presente, canción de un gran vacío de lo amado que nace en llamas del recuerdo y el grito de un instante que es, que fue, que apenas vuela en lo casi perfecto en la luz que no ha sido. Amar no tiene nombre, quizás sólo la noche que queda si has querido al borde de la orilla, una huella en la playa que dejaste al pasar y ser mar en la mar. Pedro Miguel Lamet