La amistad tiene la ventaja sobre el amor, aunque este también la englobe, que no nos pone melancólicos. ¡Ay aquel amor que se nos fue! ¡Qué será de fulano o mengana! ¿Por qué se rompió nuestro matrimonio? ¿Qué me ha pasado para que esté solo en la vida, sin perrito que me ladre? Esos amores frustrados, esos reproches en silencio y palabras que piden cuentas a la vida…
No, cuando se habla de amistad se está hablando de gratuidad. Y también de lealtad, de igualdad, de no pedir nada a cambio, de compartir sin pasar recibo ni reprochar porque no me llamas, ni pensar en la herencia o los bienes gananciales. Tan gratis y espléndida es la amistad que, incluso en los grandes amores de pareja, en los mejores matrimonios, lo que queda al final se asemeja más a la amistad que al amor-contrato, el amor-pasión, el amor-arrullo de las diferentes etapas.
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