Siempre hace buen tiempo

Monthly Archives: enero 2019

Mansedumbre y cortesía

Imagen de franciscano adquirida en Asís

Me conmueve esta terracota que adquirí hace tiempo en Asís. El frailecillo que camina sobre un asno va a predicar más que con su palabra con su mansedumbre, que tiene su origen en la profunda paz del alma unida a Dios: “La paz que anunciáis con la boca, tenedla en más alto grado en vuestros corazones. No seáis para nadie motivo de ira ni de escándalo, sino que vuestra mansedumbre impulse a todos hacia la paz, la benignidad y la concordia” (TC 58). Esa quietud interior de  Francisco tiene una amplitud sin límites: aceptar el “hoy” tal como se presente, alabando a Dios “por el nublado y el sereno y por todo tiempo” (Cántico de las Criaturas); abrazar las contrariedades, viéndolas en el plan de la divina providencia. Una mansedumbre que se manifestaba también en cortesía: Como hombre de oración pensaba que “la cortesía es una de las propiedades de Dios quien, por cortesía, da su sol y su lluvia a justos e injustos, y es hermana de la caridad” (Florecillas 36).

Mansedumbre y cortesía, ¡raras virtudes en un  mundo  de vértigo y rastrera educación” ¡Qué intuición la del papa Bergoglio al elegir para sí el nombre de Francisco! “La capacidad de encontrar a las personas –ha dicho-, de encontrar a las culturas con paz; la capacidad de hacer preguntas inteligentes: ¿Por qué? ¿Tú piensas así? ¿Por qué? Esta cultura es así. Escuchar a los otros, y luego hablar. Primero escuchar, luego hablar. Esto es mansedumbre. Tú a mí no me convences, pero igual somos amigos; he escuchado como piensas y tú has escuchado como pienso. Y ¿saben una cosa, una cosa importante? Este diálogo es aquel que hace la paz. No puede haber paz sin diálogo”. Así, a paso de asno, tranquila y cortesmente, con una paz que se desborda en mansedumbre y cortesía se vive el minuto desde el tiempo sin tiempo de Dios.

M

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El cielo junta desiguales


Estatua de Conde, Viana do Castelo. Portugal (©PMLamet)

 Nunca hubiera osado esta mujer del pueblo sentarse así, con total indiferencia  después de ir a la compra, al lado del empingorotado señor conde. Pero hoy, gracias al arte callejero, puede hacerlo, junto a otros hombres del pueblo, a su mismo  nivel. Milagros del bronce y del paso del tiempo, que coloca a todos por igual, sentados juntos en un banco de cualquier  calle.

E

              Mientras vivimos nos separamos por la clase social, el dinero, las posesiones, la alcurnia, la cultura, el vestido, la apariencia física… Hoy, desde el más allá, el señor conde no puede protestar, ni la buena mujer pedir licencia o rendir pleitesía al aristócrata. Da igual que el municipio le haya erigido una estatua. La historia y una mirada más alta nos coloca a todos en nuestra verdad: seres humanos, hermanos bajo la misma mirada de Dios, que solo se queda con lo que escruta en nuestros corazones.

              ¿Por qué  mientras vivo me creo  superior a otros? ¿Por qué me enorgullezco de mi papel en esta comedia en vez de lo que importa, cómo lo represento en el gran teatro del mundo?

              Probablemente el conde –barruntamos- es ahora consciente de que, pese a su “sangre azul”, estaba hecho de la misma pasta que la gente que hoy se sienta a su lado, con la que seguramente nunca pudo en vida compartir casi nada.

              Como decía Calderón, “el Cielo junta desiguales extremos”.

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Parábola del ángel aburrido

Foto: Capitel de la iglesia de San Juan. Atienza (©PMLamet)

Capitel de la iglesia de San Juan. Atienza (©PMLamet)

          Érase una vez un ángel que siempre estaba aburrido. Hacía poco que había abandonado la tierra por una repentina enfermedad y ni siquiera había caído en la cuenta de que se había convertido en ángel.   Echaba de menos la plaza del pueblo donde jugaba al balón con sus amigos y el huerto de la esquina cuya tapia saltaba para robar manzanas; el tirachinas, su colección de cromos de futbolistas, las chuches y el pan con chocolate de la merienda.

            Y de pronto se vio rodeado de seres transparentes, un mar de luz y otros ángeles que tocaban  el arpa todo el santo día. Así que fue a San Pedro y le dijo:

            -Pedro: yo aquí me aburro como una ostra sin jugar a pídola. ¡Es que en el cielo ni siquiera tenéis  playstation! ¿Por qué no me dejas volver a mi pueblo, por lo menos un rato?

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Devuélvme mi estrella

Reyes gigantes. Alcalá de HenaresPMLamet)

DEVUÉLVEME MI ESTRELLA

Por entonces sucedió que unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén. (Mt 2, 1) se presentaron en Jerusalén. (Mt 2, 1)

Ahora que el niño se acurruca en este
gastado cuerpo
y que el mundo va camino de no saber caminos,
devuélveme la estrella
en su esplendor de estaño,
que anoche he vuelto a escribir cartas a la vida
y no responde nadie.

Ve al buzón de allí cerca
a recoger la mía, la que hace tantos años
deposité a los Magos
pidiéndoles una bicicleta azul
para dar libertad
a mi cojera,
pues quisiera escuchar aún sus pasos
desde la almohada, el oído semidespierto
a un lejano rumor de dromedarios
camino de mi casa
y de mi ensueño.

Voy ahora a despertar a mis padres,
a levantarlos de la tumba
para ir en pijama hacia el cuarto de estar
y brincar con ellos de alegría,
pues aún conservo intacta la sorpresa
que ellos supieron sembrar
tragándose las lágrimas.

Desde entonces tomé el oficio
más bello de la tierra:
restaurador de sueños o , si queréis,
perseguidor
y lustrador de estrellas.

Pedro Miguel Lamet

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