Desde este paisaje de Úbeda donde el santo poeta murió puede escucharse mejor la música callada San Juan de la Cruz. En medio la naturaleza, las cosas empiezan a hablar de otra manera, con diferente voz “en que cada una en su manera dé su voz de lo que en ella es Dios; de suerte que le parece una armonía de música subidísima, que sobrepuja todas las fiestas y melodías del mundo. Y llama a esta música callada, porque es inteligencia sosegada y quieta, sin ruido de voces y así se goza en ella la suavidad de la música y la quietud del silencio”.
Dios es además la soledad sonora: El vacío, la nada, ha ido preparando al alma para otro sonido, pues cada criatura tiene una voz en este himno de amor, “y así todas estas voces hacen una voz de música de grandeza de Dios y sabiduría y ciencia admirable… y este mundo que contiene todas las cosas tiene ciencia de voz, que es la soledad sonora, que es el testimonio que de Dios todas ellas dan en sí”.
(Foto tomada en el huerto del convento de San Juan de la Curz. Ubeda)
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