Homenaje a Murnau, rompe y recrea el cine de antaño, elevando el folletín a la crítica sociológica del colonialismo.
Un nuevo culto al cine del pasado parece motivar a los realizadores actuales para filmar películas tan nostálgicas y audaces como The Artist, entre nosotros Blancanieves de Pablo Berger, y ahora Tabú del portugués crítico de cine Miguel Gomes, que retoma el título del clásico de Murnau y Flaherty para rendir un nuevo homenaje al pasado del séptimo arte. Pero, a diferencia de las dos anteriores, la de Gomes no es estrictamente cine mudo, sino un interesante experimento que evoca aquel cine heroico con una curiosa mezcla de estilos y lenguajes. Rodado en blanco y negro, arranca con un prólogo elemental que recoge la proyección con los parámetros de antaño: un explorador se adentra en la selva y se entrega a ser devorado por los cocodrilos por un amor desgraciado e imposible; como el cuasi documental étnico de la última obra de Murnau recogía en 1931 la historia de amor frustrada con una virgen prohibida destinada a ser inmolada a los dioses.
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