El catedrático e historiador Manuel Revuelta González ha publicado el siguiente comentario crítico a El último jesuita, en la revista Sal Terrae, (sept 2o11, pág 739 y ss)
LAMET, Pedro Miguel, El último jesuita: La dramática persecución contra la Compañía de Jesús en tiempos de Carlos III, La Esfera de los Libros, Madrid 2011, 626 pp.
Pedro Miguel Lamet es un experto escritor de novelas históricas. En la que ahora nos ofrece, la literatura de ficción sirve de soporte al relato de un hecho histórico: la expulsión y supresión de la Compañía de Jesus en tiempos de Carlos lll. En El último jesuita no es la ficción la que predomina sobre una historia sometida a la fantasía, sino que es la narración de una historia, contada tal como sucedió, la que se nos brinda bajo el recurso de una trama novelesca. El autor hace notar que, salvo los elementos de ficción, «todo lo demás que se cuenta en este libro es pura historia» (p. 616); y tiene razón.
La trama novelesca tiene dos protagonistas: Mateo Fonseca, que fue novicio jesuita y dejó la Compañía, y su hermano Javier, que perseveró en ella. Mateo es el protagonista principal, pues la novela se presenta como el relato autobiográfico que él mismo empezó a escribir precisamente en el verano de1773, cuando, siendo secretario del embajador en Roma, don José Moñino, el papa Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús. El personaje de Mateo se mueve en un doble plano: como conocedor de los jesuitas y, al mismo tiempo, como enterado de la trama urdida contra ellos por el gobierno de Madrid.
Mateo empieza contando sus recuerdos desde 1759, cuando era alumno en el colegio de los jesuitas de La Coruña, donde también estudiaba su hermano menor, Javier. En Madrid continuó sus estudios, y decidió hacerse jesuita en el noviciado de Villagarcía en 1764. Al año siguiente, Javier entró en el mismo noviciado, mientras Mateo lo abandonaba por no tener vocación. En Madrid entra en contacto con el grupo que preparaba la expulsión de los jesuitas. Allí se casa con su prima María Luisa y trabaja como secretario de Moñino y de Roda,
mientras actúa como espía o informante de Campomanes. Estos personajes le encomiendan cargos delicados, como confidente y agente en la preparación, expulsión y destierro de los jesuitas. Mateo conoce la pesquisa urdida contra los jesuitas después del motín de Esquilache.
Es enviado a La Coruña para coordinar el embarque de los jesuitas desterrados, a los que sigue hasta Córcega. Después de pasar una temporada en Madrid, es destinado a Roma en 1772 como Secretario del embajador Moñino. Ello le permite conocer las presiones, sobornos y amaños que se utilizaron para lograr la supresión de los jesuitas. Después de la supresión, Mateo encuentra a su hermano Javier, primero en Venecia y luego gravemente enfermo en un hospital de Bolonia. Javier logra recuperarse jğ con ayuda de Mateo, consigue viajar a la Rusia Blanca, para continuar allí su vida de jesuita, pues la zarina no permitió la publicación del breve de supresión de la Orden en sus dominios.
Los relatos de los acontecimientos históricos intercalados en la trama novelesca son abundantes y veraces. Están tratados con detalle, buena documentación, conocimiento de la bibliografía sobre el tema (que se comenta acertadamente al final) y de fuentes documentales, especialmente las escritas por los jesuitas diaristas (sobre todo el P Luengo). No se omite ningún suceso importante: la expulsión de los jesuitas en Portugal y la supresión de los mismos en Francia, el motín de Esquilache, la pesquisa secreta, la expulsión de las casas en España e Indias, el viaje por mar al destierro, la estancia en Córcega y en Bolonia, los cónclaves de 1769 y 1774, con las elecciones papales correspondientes, la ejecución de la supresión pontificia, la persistencia de la Compañía en Prusia y Rusia, etc. Se describen con esmero los lugares donde transcurre la historia (Galicia, Madrid, Aranjuez, Córcega, Venecia, Roma…) y las costumbres cortesanas, religiosas o populares (ambiente de la corte del rey, de la curia pontificia, del Madrid popular, del noviciado de Villagarcía, etc.). Se atiende a las instituciones creadas para Ia supresión de la Compañía y se analizan sus principales documentos (del Consejo Extraordinario. despachos diplomáticos, congregación romana para la ejecución del breve). En la amplia galería de personajes históricos, se destacan los más importantes: los tres papas Clemente XIII, Clemente XIV y Pio VI; el rey Carlos III; los políticos Aranda, Campomanes, Roda, Moñino, Azara, etc.; y, entre los jesuitas, los padres Pignatelli, Ricci, Isla, Luengo, etc. Figuras tan discutibles como la de Clemente XIV son tratadas con objetividad y respeto, y sucesos tan amañados como los cónclaves se sitúan en el contexto de la época. El autor trata estos temas sin rencor, pero con verdad.
Puede decirse que la trama novelesca es el pretexto para brindar al lector el relato atractivo y documentado de uno de los sucesos más complicados y discutidos de la historia de la Iglesia. El trasfondo religioso domina toda la obra (especialmente en las conversaciones de los dos hermanos, en pp. 290-294, 458-459, 596-598). Al final Se ofrece una explicación ponderada sobre las causas de la persecución contra la Compañía (pp. 621-622), para concluir que fue «un atropello incalificable a seres humano» (p. 623).
Manuel Revuelta González
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